Creación de Equipos de Alto Sentimiento
Las empresas promueven y fomentan Equipos de Alto Rendimiento para aumentar la eficiencia del trabajo en equipo y el alcance de objetivos. La creación de estos equipos se basa en que cada persona dé lo mejor de sí misma para alcanzar los objetivos fijados, definiendo bien los roles y funciones de cada persona, así como la repartición de tareas, para que su organización sea eficiente y perfectamente sincronizada.
Sin embargo, en estos momentos debemos pensar más en la creación de Equipos de Alto Sentimiento, para influir de manera decisiva en el comportamiento de las personas, humanizando y fomentando vínculos emocionales más fuertes entre los miembros de los equipos, que en Equipos de Alto Rendimiento estarían centrados únicamente en alcanzar los objetivos.
Los éxitos generan emociones y nos estimulan, percibiendo la satisfacción inmediata a dicho estímulo. Los sentimientos son procesos más reflexivos, más profundos, en los que las personas, más allá de las emociones, toman conciencia de su estado de ánimo estableciendo categorías más duraderas y valoradas.
Podemos celebrar los éxitos cuando un equipo consigue alcanzar un objetivo y obtener una recompensa emocional, pero no necesariamente lograremos que esa recompensa se traduzca en un sentimiento de orgullo y pertenencia al equipo, a la empresa.
En un momento como el que estamos viviendo, en el que los sentimientos “están a flor de piel” y en el que hemos tenido que aprender a tomar distancia con una realidad profesional, laboral y social, tenemos “sentimientos encontrados” en los que la alegría por el final de una dura realidad, que comenzamos a dejar atrás, también implica la inquietud por el inicio de otra, la llamada “nueva realidad”, cargada de incertidumbre en la que desconocemos a lo que nos vamos a enfrentar.
Si nos focalizamos únicamente en comunicar los objetivos, los nuevos modos de organización, más agile, más eficiente, y olvidamos los sentimientos de las personas, estaremos cometiendo un gran error.
En estos momentos es más necesario que nunca ser conscientes de la necesidad de encontrar un equilibrio entre los sentimientos positivos, a los que aspiramos, como la felicidad, la esperanza, la motivación, la satisfacción, el entusiasmo, el bienestar o la pasión, y los negativos, como la frustración, el estrés, la indignación, la ira o la vulnerabilidad, en los que muchas personas están sumidas.
Una prueba de ello es el comportamiento social que hemos venido observando, pasando de un sentimiento colectivo de motivación, como el de los aplausos a médicos y sanitarios en tanto que manifestación de un sentimiento colectivo de reconocimiento y esperanza, al de las caceroladas, como sentimiento de ira, rabia y rechazo hacia los gestores de la crisis sanitaria, en los que se descarga una cierta frustración por todo lo que una parte de la población está percibiendo y viviendo.
Muchos profesionales, y a todos los niveles de la organización, desde el empleado de a pie al directivo, han entrado en otro sentimiento, a caballo entre los positivos y los negativos, más neutro pero igualmente llamativo, el de la indiferencia, que se traduce en un desapego o distanciamiento de los valores personales, sociales y empresariales, en los que hasta entonces se apoyaba.
Por ello, a la hora de comunicar, cualquiera que sea el canal elegido, debemos pensar más en la creación de Equipos de Alto Sentimiento, porque el Rendimiento tocará después, cuando pasemos de la fase 2 a la 3 a nivel profesional y podamos recrear las condiciones para que ello suceda.
En Ulises Comunicación, nuestro pequeño/gran paso hacia esa nueva normalidad ha sido el encuentro en la segunda fase, en el que pasamos del 2D del videotrabajo, al 3D de vernos y compartir mesa, mantel e hidrogel, en el almuerzo que pudimos celebrar el sábado pasado y en el que pudimos volver a compartir todos los sentimientos que nos unen como personas y como equipo. Tenemos pendientes los abrazos, pero aún no es el momento muy a nuestro pesar.