RICARDO URÍAS

"Lo que de verdad nos sobra
es aquello que nos impide ser felices y avanzar como personas".

RICARDO URÍAS

Al desnudo

Ricardo Urías es una de esas personas que, desde el primer momento, te cautiva sin que sepas muy bien por qué, como me ha sucedido a mí desde la primera vez que nos vimos.

Es una persona brillante en muchos aspectos, pero sencillamente humana en casi todos, que sabe de dónde viene y al que su afán por descubrir y explorar e imaginar el mundo le va llevando por caminos insospechados. Una persona con una curiosidad innata que acabó el bachillerato al mismo tiempo que preparaba y aprobaba unas oposiciones a Banca que, por cierto, nunca ejerció, para después empezar simultáneamente las carreras de Física y de Ingeniería, abandonando la primera para empezar la de Psicología, para finalmente acabar la de Ingeniería. Una persona que se comía el mundo a bocados porque tenía hambre de conocimiento y nuevas experiencias, lo que le llevó a desarrollar su carrera en importantes compañías.

Inició su andadura en el mundo laboral en P&G, formando parte de esa extraordinaria guardia procteriana del marketing para después, y por su eterna curiosidad, pasar por empresas muy dispares como United Biscuits y… para posteriormente entrar de lleno en mundo de los medios de comunicación en RTVE, Publicis y Havas.

Se trata de una persona que se presenta sin artificios, al desnudo y sin máscaras protectoras, muy lejos del postureo que impera en muchos sectores. Una persona y una personalidad sencilla y curiosamente extraordinaria en los tiempos que corren y que desde una asociación tan dispar y disruptiva como lo es Pandora, club de curiosos nos anima a compartir su pasión por el conocimiento.

Nacido en Madrid que, digan lo que digan, no tiene playa. Tú te defines como “mediterráneo”, ¿por qué?

Amo el mar, necesito verlo y sentirlo con mucha frecuencia, me gusta el calor, y soy más de ciudades pequeñas que de metrópolis agresivas. Y, además, soy un apasionado de Denia, el lugar de nacimiento de mi mujer, Eva. Cuando estoy en mi mediterráneo, me siento, de verdad, en casa. Aunque he de decirte que últimamente me estoy reconciliando con Madrid. Tiene mucho que ofrecer y un universo por descubrir. Creo que un equilibrio entre Madrid y Denia es el estado ideal. 

Tu trayectoria en la vida es de todo menos rectilínea. ¿El cambio es una necesidad o una consecuencia?

La vida es cambio, hasta el punto de que, si no cambiamos, no vivimos. Si, además, a eso le sumas la curiosidad y el afán por descubrir y experimentar, el cambio es aún mayor. Diría que el cambio no es ni necesidad ni consecuencia… es la esencia de la vida, si quieres vivirla plenamente. 

¿Cuáles han sido los criterios que motivan tus opciones personales y profesionales?

Uff… ¡esa es una pregunta difícil de responder! Me encantaría decirte que he optado por aquello que más me ha interesado en cada momento, lo que suponía para mí tanto un reto como una motivación vital. Y decirte que he sido capaz de hacer confluir mis intereses personales con los profesionales. Pero la verdad es que la vida te lleva muchas veces a optar por soluciones de compromiso. Sacrificas algo de tus intereses y de tus motivaciones por cuestiones que en determinados momentos cobran importancia: familia, seguridad, ambiciones materiales… Lo que sí es verdad es que, en los últimos años, cada vez más he ido “corrigiendo el tiro” y he optado por aquello que de verdad me importa: descubrir, conocer, desafiar mis convicciones. Y también te digo que, de verdad, no me arrepiento de casi nada de lo que he hecho.  

¿Qué coste tiene ser un directivo sencillamente humano?

Supongo que te refieres a si anteponer valores éticos o humanistas te pasa factura en tu carrera profesional. Probablemente sí, dado que, en el mundo profesional, tienes que estar dispuesto a “flexibilizar” tus valores por el bien de la empresa, o por el tuyo propio. Yo te diré que, en mi caso, el no estar dispuesto a esa “flexibilización” ha ralentizado mi carrera, me ha creado situaciones incómodas y me ha hecho perder la posibilidad de enriquecerme materialmente. Pero no me arrepiento en absoluto. He aprendido a conocerme y sé que forzarme a ser lo que no soy me hace profundamente infeliz. 

En una tarjeta de visita (ya tan en desuso) hay un nombre y un puesto. Hay para quien lo más importante es el puesto. Para mí, es mucho más importante el nombre, que siga sintiendo que Ricardo Urías soy yo. 

¿Es más importante aparentar lo que no somos que mostrar lo que somos?

Vivimos en un mundo con mucha moralina, en el que cada vez es más importante ser políticamente correcto y aparentar exactamente lo que se espera de ti. Y que respetas cada una de las volubles normas morales del momento. Tengo que reconocer que yo, cuando era joven, era extremadamente sensible a la crítica y, para evitarla, aparentaba en muchas ocasiones lo que no era. ¡Error! Y de los gordos. Al menos a mi me ha pasado una larga factura. Llegas incluso a no saber ni quién eres. Ahora yo prefiero mostrarme como soy, a sabiendas de que a muchos no les va a gustar. 

Un ejemplo es mi perfil de Twitter: “Apasionado de la comunicación. Freako-thinker, hedonista, experimentador (por si acaso, hazlo), filofísicomatemático y ateo”. En varias ocasiones me han dicho: “No pongas un perfil tan radical. Qué necesidad hay de poner que eres ateo”. Lo soy, estoy orgulloso de ello, y además trato de convencer a los demás de que es mejor ser ateo. Y, por supuesto, si alguien me da pruebas de lo contrario… no tendré ningún inconveniente en cambiar mi perfil. 

¿Qué te fuiste quitando a medida que ibas avanzando en tu vida?

Muchas cosas: complejos, apariencias, prejuicios, artificios, obligaciones (si no estás atento, empiezan a caerte obligaciones por todas partes, y puedes perecer enterrado en ellas). ¿Y sabes lo que pasa? Que solo cuando te quitas cosas que te sobran o que ya no necesitas, empiezan a entrar cosas nuevas. Eso lo dice mucho Eva, mi esposa. Hasta el punto que cada vez que me compro una camisa nueva me dice “¿Cuál vas a tirar?”. De la misma forma que para aprender hay que desaprender, para que sucedan cosas nuevas tienes que dejar de hacer las que antes hacías. 

Lo más importante que me he quitado es mi obsesivo sentido de la responsabilidad. No es que ahora sea un irresponsable, de hecho, me considero mucho más responsable que la media. Pero he aprendido a decir que no, y que debo escoger aquello de lo que quiero responsabilizarme, sin que nadie lo escoja por mí. 

Citando a Machado, en ese viaje ligero de equipaje, casi desnudo como los hijos de la mar, ¿qué nos sobra?

Si nos ponemos a ello, nos sobra mucho mas de lo que nos pensamos. Es increíble la cantidad de cosas que vamos añadiendo poco a poco en nuestra vida, que pensamos que son indispensables y que suelen ser totalmente accesorias. Pero si hay que priorizar, lo que de verdad nos sobra es aquello que nos impide ser felices y avanzar como personas. Que cada uno decida lo que es, en su caso. 

En el gran teatro del mundo, ¿qué personaje te ha costado más adoptar y a cuál adaptarte?

Me encanta el teatro, tanto como espectador, como, si tengo la ocasión, realizando cualquier tipo de “performance”, ya sea una presentación que me motive o posar para una foto artística. De hecho, creo que la vida tiene mucho de teatro, dado que cada uno de nosotros tiene que desempeñar diversos roles y personajes de forma simultánea a lo largo de su vida. Creo que el rol más difícil de mi vida es el de padre (y padrastro). Por su dificultad y por las implicaciones que tiene lo bien o lo mal que lo hagas. 

El personaje que más me ha costado adoptar es el de “malo” o “duro”, tanto en lo personal como en lo profesional. Soy muy empático, a veces creo que demasiado, y desempeñar el rol de malo me hace sufrir mucho. Yo siempre haría de poli bueno. 

Y el personaje al que más me ha costado adaptarme es al del hipócrita o mentiroso. No soporto la hipocresía, la mentira y la manipulación. 

¿Es tan frustrante la realidad que tendemos a vivir en mundos imaginarios?

¡Me lo preguntas a mí, que he tenido la peligrosa tendencia a crear mundos imaginarios en los que refugiarme cuando el mundo real me frustraba! No es una buena práctica en absoluto. Si la realidad es frustrante, la cambias si puedes, y si no te fastidias. Pero la vives igual. Solo vivimos una vez. Aunque suene muy tópico, cada día que pasa no vuelve, no podemos rebobinar como en las películas. Y es curioso, ¡pero la mayor parte de las personas aún no lo entiende! Estamos rodeados de gente que actúa como si vivieran eternamente, como si no fueran a morir jamás. Y eso los lleva a no exprimir la vida al máximo. 

La vida hay que vivirla cada instante aunque, a veces, inevitablemente, sea frustrante. Como dije antes, recomiendo ser hedonista y experimentador (ante la duda, hazlo). Tenemos cinco sentidos, saquémosles el máximo partido. Los mundos imaginarios son una pérdida de tiempo. Y posponer la felicidad el mayor de los errores. 

¿Tenemos muchos miedos y barreras a mostrarnos desnudos?

Sin lugar a dudas. Tenemos miedos tanto en lo literal, en lo físico, como en nuestra personalidad y en nuestro pensamiento. Y son miedos derivados del rechazo social y de los convencionalismos. Nada hay más natural que estar desnudo, tanto físicamente como mostrándonos tal como somos. 

Antes comentábamos la cantidad de apariencias y convencionalismos que en el mundo de hoy se nos exige respetar. Y también hablaba de lo mal que llevo la hipocresía, la mentira y las máscaras. Mostrarte desnudo en lo anímico es una demostración de honestidad. Y mostrarte desnudo en lo físico puede llegar a ser una terapia para mostrar tu personalidad tal y como es. Aparte de que no hay mejor sensación que la de disfrutar del aire y del mar en tu cuerpo desnudo (ya te dije que soy hedonista). 

¿La curiosidad siempre ha sido una constante en tu vida?

Un rotundo sí. Desde que tengo uso de razón. Yo disfrutaba aprendiendo, observando, preguntaba mucho (según me decían demasiado), y aún recuerdo los álbumes de “El porqué de las cosas”. Y luego la curiosidad me llevó a no admitir un “porque sí” como respuesta. Esto me trajo problemas y muchas comeduras de tarro, hasta que entendí que detrás de los “porque sí” solo había dos cosas: o ignorancia o deseo de manipulación. La primera es disculpable. Lo segundo, no. 

¿Nos educan a ser curiosos o por el contrario la curiosidad está mal vista?

Los niños son curiosos por naturaleza. Todos, cuando nacemos, traemos la curiosidad de serie. Pero la educación y las normas sociales están diseñadas para apagar nuestra curiosidad innata. Tan solo se nos deja algún que otro resquicio políticamente correcto de curiosidad controlada. Pero si te excedes, de nuevo las normas sociales vuelven a aplacar tu curiosidad. 

Es chocante, porque el progreso depende al 100% de la curiosidad de la humanidad, pero la mayor parte de las normas sociales con las que nos regulamos están diseñadas para eliminar la curiosidad del individuo. Una de las muchas paradojas de los seres humanos que, como casi todas, tienen explicaciones evolutivas. 

Dicen que tenemos que pensar “fuera de la caja”. ¿No será porque tenemos miedo a conocer lo que hay dentro?

Se anima a pensar fuera de la caja y luego se te penaliza cuando lo haces. 

Pero ya que lo has sacado, la humanidad tiene miedo a averiguar lo que hay dentro de la caja de Pandora. A nuestra Asociación la hemos llamado Pandora, Club de Curiosos. Y tiene su explicación. En el mito griego, Pandora fue la primera mujer. Vino al mundo con una caja misteriosa (en realidad era una jarra), que no podía abrirse bajo ninguna circunstancia. Pero Pandora, que había sido dotada por Zeus con la curiosidad, no pudo resistirse, la abrió, y con ello liberó todos los males que asolan a la humanidad. Como puedes ver, es la misma historia que la de Eva y la manzana, y describe a la perfección la demonización de la curiosidad, de la ciencia y de la búsqueda de respuestas. Con nuestra Asociación queremos reivindicar la figura de Pandora: sí, hay que abrir la caja. Especialmente si te dicen que no lo hagas. 

Si cuando nos planteamos preguntas solemos utilizar todos los mismos buscadores… ¿no estaremos encontrando también las mismas respuestas?

Me encanta esta reflexión. Efectivamente, eso es algo que nos esta pasando en la actualidad, y representa un enorme riesgo: mismas respuestas, mismas normas, mismas percepciones de la realidad… Es importante la búsqueda de fuentes alternativas, y, sobre todo, el escepticismo y el espíritu crítico. Debería formarse a las personas en desarrollar un saludable grado de escepticismo y de espíritu crítico. A fin de cuentas, esa es la base del método científico. Ir aumentando paulatinamente nuestro conocimiento, pero siendo conscientes de que -seguro- en algún momento se demostrará que es erróneo o incompleto, y será sustituido por otro más acertado. 

Cada día podemos ampliar más nuestra capacidad de memoria externa, pero… ¿Implica también un verdadero aumento de conocimiento?

Vivimos una época en la que se generan cantidades ingentes de información y tenemos la capacidad de almacenarla. Esto, por si mismo, no crea más conocimiento, pero si permite que, con análisis atinados, las posibilidades de impulsar el conocimiento y el avance científico sean mayores que nunca. Además, el hecho de que cualquiera sea capaz de difundir sus ideas ha generado un trabajo colaborativo en red muy interesante, aunque, como contrapartida, nos exige controlar la calidad de esas ideas que se difunden.   

Avanzamos cada día hacia mundos más uniformes. ¿Buscamos la simplicidad porque nos da miedo la complejidad?

El ser humano siempre ha tenido la tendencia a simplificar las cosas en exceso. Y esto puede ser muy útil en el día a día para tomar determinadas decisiones, pero no refleja la realidad. El mundo es complejo, es tan diverso y está tan entrelazado que llega a ser impredecible. 

Efectivamente, a la gente le da miedo la complejidad. Prefieren “no complicarse la vida” y, a veces, esa es la mejor forma de complicártela. Esto es especialmente importante cuando enjuiciamos a los demás. En ocasiones se hacen simplificaciones muy peligrosas. Solo cuando somos conscientes de la complejidad del mundo, aunque no lleguemos a comprenderla, nos aproximamos a entender las perspectivas de los demás. 

Groucho dijo que nunca entraría en un club que le admitiese como socio. ¿Por qué habéis creado Pandora, club de curiosos?

Groucho, como siempre, tenía razón. Lo importante de un club no es que tú formes parte de él, sino cómo es la gente que allí te vas a encontrar. Y eso es lo que pretendemos con Pandora. Que sea el punto de encuentro de personas que quieren dar rienda suelta a su curiosidad. No tienen que ser expertos en nada, solo tener curiosidad y mente abierta. Que les motive conocer ideas diferentes, experiencias nuevas, salir de vez en cuando de su cómoda rutina. Y la mejor forma de seguir fomentando su curiosidad, de llevarla más lejos, es encontrándose con otros curiosos. Creo que Groucho hubiera querido ser socio de Pandora. 

Si tienes curiosidad por conocer más a Ricard: ricardo.urias@clubdecuriosos.com

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