RAFAEL MARTINS DE LIMA FERREIRA

"Conocer y entender las necesidades del cliente,
por complejas que sean, es esencial para aportar soluciones
lo más sencillas y de mayor valor añadido posible."
Rafael Martins de Lima

RAFAEL MARTINS DE LIMA FERREIRA

Una persona de mucho valor y, sobre todo, con grandes valores

 

Rafael es un miembro destacado de un grupo de amigos que iréis conociendo a partir de estos “ReTrazos”, grandes profesionales y aún mejores personas. Solemos reunirnos para compartir buenos momentos, debatir temas de actualidad, escuchar atentamente y aprender de los invitados que comparten mesa en esas cenas inolvidables y, sobre todo, para disfrutar siempre de una excelente compañía.

Rafael es una persona multifacética. Como experto financiero es llamado para asesorar a grandes empresas y como forensic expert, una profesión que yo desconocía hasta conocerle a él, lo es para emitir informes de experto para procesos de arbitraje o litigios ordinarios. Comparte estas actividades con la de profesor del IE, además de consultor y conferenciante en temas económicos a lo largo y ancho de este mundo.

Una persona de mucho valor, pero también con muchos valores, como la honestidad, el esfuerzo, el trabajo, la sabiduría, la tolerancia, la humildad y la generosidad; valores que podemos decir que los ha mamado desde su infancia. Una persona forjada a sí misma y a la que nadie le ha regalado nada, con la discreción y la sencillez de quien no tiene que presumir de nada ni ante nadie.

Los gallegos siempre fuisteis grandes viajeros, dispuestos a salir de vuestra tierra para labraros un futuro trabajando sin descanso y progresar.

En efecto, aunque nacido en Madrid, procedo de una familia gallega, que a su vez tiene en su gran mayoría origen en el norte de Portugal, que en su día vino a esta ciudad en busca de nuevas oportunidades. En el caso de mi padre, aprovechando el servicio militar y que una hermana suya ya estaba en Madrid, se instaló aquí y, como era el hermano mayor y su padre había fallecido recientemente, asumió la responsabilidad paternal para trabajar y poder ayudar a sus hermanos para que pudiesen realizar sus estudios. Empezó a trabajar en un banco y, estudiando por las noches y compartiendo el poco tiempo que le quedaba libre con su familia, empezó a progresar con una única ambición: la de poder darnos a sus cinco hijos la mejor educación para poder abrirnos camino en la vida.

En el concepto económico de transmisiones patrimoniales, ¿recibiste una herencia de gran valor?

De mi padre he heredado los valores que nos ha sabido transmitir, como el de la ambición, pero no por el dinero o el estatus, sino por el saber, ya que era una máquina devoradora de libros, una fuente inagotable de conocimientos y un apasionado por la historia. También nos inculcó la tolerancia y la conciliación, ya que siempre trataba de influir en crear el mejor ambiente en su familia, así como los de la honestidad y el trabajo, entre otros. Valores que tengo presentes y en los que siempre me he basado y tanto me han ayudado en mi vida.

Ser autosuficiente, ¿se nace o se hace?

Cuando procedes de una familia en la que el esfuerzo por darte la mejor educación es una de las principales motivaciones, tratas de estar a la altura y responder a esa  confianza. A eso hay que añadir que se me daban bien los estudios y desde el bachiller me fui buscando la vida dando clases particulares a otros compañeros de otros cursos para “ganarme unas pelillas”, y eso se convirtió en una constante en mi vida. Seguir estudiando y aprendiendo, y dando clases enseñando a los demás.

Un barrio y un colegio. ¿Los dos son espacios de aprendizaje?

Mi familia se instaló en el Parque de Las Avenidas, un barrio muy barrio, que en ese momento era como un pequeño pueblo y en el que todos nos conocíamos y nos encontrábamos en la calle y en el colegio de la zona, Los Menesianos. De esa época guardo buenos recuerdos y amigos. Una persona que trabaja conmigo en la empresa, Fernando, fue compañero del colegio desde párvulos.

Una elección tan importante como la de elegir una carrera, ¿puede jugársela uno al azar?

Bueno, yo de pequeño, como muchos, quería ser piloto o ingeniero aeronáutico, pero me atraía mucho el mundo de la empresa y de los empresarios y quería hacer ICADE

E3 o ICAI. Como tenía dudas, subiendo las escaleras del colegio, hablando con un amigo me dijo: “El que vale vale y el que no a Empresariales”, y así, sin más, empecé Ingeniería. Tengo que decir que me encantó la carrera, que fui sacando matrículas y buenas notas; y costeándome los estudios dando clases a otros estudiantes.  

Después volví a mi asignatura pendiente, que era la del mundo de la empresa, realizando en la UNED el doctorado de Economía y Finanzas y el MBA en la Escuela de Negocios INSEAD, en Fontainebleau, donde hice amigos que me ayudaron a descubrir y apreciar el mundo financiero.

Del mundo de la consultoría al de la banca, ¿era para hacer caja?

Empecé como consultor en McKinsey y después del MBA en Amadeus, para luego aterrizar en el departamento de riesgos del Santander, en el que empecé a conocer y valorar el universo de la banca. Tengo que decir que es un mundo apasionante y que hay que conocerlo a fondo. Se basa en un principio relativamente simple pero de una gran complejidad, el saber conceder préstamos y tratar siempre de recuperar lo prestado.

Uno de los problemas recientes, aunque tradicionales, de la banca es el haber confundido la banca tradicional de particulares, muy regulada y controlada, con la de inversiones, que tiene otras reglas y en algunos países una regulación menos estricta. 

¿Es la finalidad de la banca hacer dinero o permitir que lo hagan los demás?

La materia prima de la banca es el dinero. La banca no tiene una máquina para hacer dinero infinito. Tiene el dinero de accionistas y depositantes y le prestan dinero para, a su vez, prestarlo a empresas y particulares. Sin la banca, no habría economía. Los créditos que se conceden para montar empresas y negocios, para realizar importantes infraestructuras, para activar el consumo de particulares y acceder a bienes tangibles como pisos, coches, o becas, son básicos para mover la economía. Sin la banca ese papel de promotor e incentivador, y también de asumir riesgos, le correspondería al estado; y hemos podido comprobar muchas veces a lo largo de la historia que los estados tienen otros intereses, por lo que no es el mejor sistema. De hecho, la función final bancaria es elegir a los que más probabilidad tengan de crear riqueza y empleo, por lo que su función es un multiplicador de la economía. Si la banca falla, por el contrario, el dinero se dilapida y no se crea ni empleo ni riqueza.

Yo era de los que pensaba, por mi formación inicial de ingeniero, que los bancos no aportaban valor a la economía, y fue en la crisis argentina cuando pude comprobar lo decisivos que eran y el valor que aportaban a la economía real. Cuando los bancos se paralizaron, fue toda la economía la que cayó en picado. Los que podrían haber comprado coches por ejemplo no lo hacían porque los bancos no daban créditos. Esto originaba que no funcionaran los talleres, gasolineras, en definitiva generando un efecto dominó en toda su economía.

La banca ha entrado en el mundo digital, pero ¿hay riesgo de que el mundo digital entre en la banca?

Una de las tentaciones de las grandes multinacionales del mundo digital es la de querer entrar en el mundo financiero creando bancos y poder conceder créditos a los millones de usuarios, pero no hay que confundir entre la condición de usuario y la de cliente. Dicen que el que no tiene dinero tiene un problema, pero el que tiene demasiado también. Y ese es el problema de esas grandes multinacionales, que tienen una capitalización bursátil desmesurada y tentaciones de entrar en otros campos como el financiero, y pienso que sería un grave error. El mejor consejo que podrían seguir es el de zapatero a tus zapatos.

En el mundo de las empresas, ¿se pasa más tiempo en buscar culpables que soluciones?

Desde que empecé a trabajar en el mundo empresarial, siempre estuve orientado a encontrar soluciones a los problemas que iban surgiendo; de hecho, en McKinsey lo que más evaluaba era Problem Solving, es decir, buscar soluciones. Pero en muchos casos siempre he visto como a mi alrededor se trataba de buscar “al culpable” de los problemas en vez de la solución, lo cual rara vez solucionaba algo. Un ejemplo claro fue el de la crisis de 2008, en la que los bancos fueron declarados únicos culpables, por el gran desconocimiento del sistema bancario, y porque había otros agentes mejor comprendidos que poco tenían que ver con la banca, pero que influyeron de manera decisiva en la profundidad y alcance de las crisis. Creo que en muchos casos se pierde un tiempo valioso en discusiones inútiles que tienen que ver más con egos y parcelas de poder que en ponerse a trabajar juntos y aportar soluciones, dejando de lado los aspectos secundarios y centrándonos en lo esencial. Es un ejercicio de responsabilidad y profesionalidad.

¿Cuándo decides emprender… el camino de emprendedor?

Ser empresario era una asignatura pendiente y que pude aprobar tardíamente, en segunda o tercera convocatoria. Creo que las cosas llegan cuando tienen que llegar, en mi caso llegó cuando se presentó la oportunidad y, además, me consideraba preparado para dar ese salto. Tengo que decir que, a pesar de las dificultados que supone dirigir y gestionar tu propia empresa, también son muchas las satisfacciones que te produce; de hecho, ahora es cuando más feliz, empresarialmente hablando, estoy. En el sector en el que estoy, de forensic expert, la de peritaje, es de los poquísimos en los que las canas y la experiencia son esenciales y muy valoradas. En tu propia empresa tienes que tomar decisiones todos los días y hacerlo con agilidad y, sobre todo, asumirlas. Si te equivocas, eres tú el que se equivoca y tienes que asumir los errores en primera persona. Conocer y entender las necesidades del cliente, por complejas que sean, es esencial para aportar soluciones lo más sencillas y de mayor valor añadido posible.

De profesor a conferenciante y trotamundos. ¿Se aprende mucho viajando?

La verdad es que viajar me apasiona, y si además lo haces participando en foros y conferencias en diferentes países, aprendes un montón. En el viaje de ida vas con conocimiento y en el de vuelta vienes con aún más. También te das cuenta de que a pesar de las grandes diferencias económicas y de desarrollo entre países, hay muchas más similitudes de lo que parece a primera vista. Los sistemas son los sistemas y las personas son las personas, aquí y en Japón. Y solemos buscar lo mismo, satisfacer las necesidades más primarias y ser lo más felices posible.

Entre tus aficiones, ¿en la variedad está el gusto?

Viajar es una de mis pasiones y, además de hacerlo por motivos profesionales, busco la ocasión de hacerlo en familia. Los viajes son una fuente inagotable de conocimiento y de experiencia y, sobre todo, de buenos, gratos e inolvidables momentos.

En cuestión de música y otros soy bastante ecléctico. Me gusta la música en general, desde la clásica hasta la de las últimas tendencias. Creo que corresponde a ver el mundo en todas las facetas posibles y no encasillarme en un estilo, en una moda, ni en la música, ni en la vida en general.

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