MARÍA SÁNCHEZ GALDÓ

"Creo que he sido un rara avis. Cuando he volado,
mis alas no eran las más fuertes ni las más largas
ni las más bonitas, pero eran las mías y las tenía."

MARÍA SÁNCHEZ GALDÓ

Profesional y personalmente emprendedora, encantadora y soñadora

 

María Sánchez Galdó representa para mí el prototipo de una gran profesional que además, y en tanto que mujer y por mucho que pensemos que han cambiado las cosas, ha tenido que demostrar con frecuencia que las apariencias engañan, sobreponiendo su talento por encima de su belleza. 

Una mujer sencilla y llanamente emprendedora, luchadora, cuyo valor es ser siempre fiel a sus profundos valores, con honestidad, lealtad y profesionalidad. Para mí es un placer contar desde siempre con su generosa amistad.

Llevas 3 acentos en tu nombre a los que habría que añadir el granaíno. ¿Es también una seña de identidad? 

Todavía recuerdo en mi primer trabajo, en Price Waterhouse, 25 años, presentando un informe a un Comité de Dirección. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi que se reían, yo no entendía por qué. Paré y pregunté: “Perdón, ¿he dicho algo gracioso?” Y me dijeron: “No, es solo tu acento, que nos hace gracia”. En ese momento me di cuenta de que mi forma de hablar llamaba la atención fuera de Granada, no sé si para bien o para mal.

Es algo de lo que yo soy totalmente inconsciente en mi día a día. Así que respondiendo a tu pregunta, la respuesta es sí, entiendo que se ha convertido en una seña de identidad.

Lo de licenciarte en Derecho, ¿viene por vocación o por afición? 

Viene por recomendación. Al estudiar Derecho primaba la memoria, las horas de estudio e intentar darle un sentido a todo, especialmente en Filosofía del Derecho. Recuerdo que, con Financiero (no se por qué), y Penal, porque era una ávida lectora de novelas de misterio, disfruté mucho.

Por mi forma de ser, me habría encajado algo más creativo e incluso Historia del Arte. Aun así, licenciarme en Derecho fue una gran oportunidad que me brindó mi familia y que me llevó derecha a una forma de organizar el aprendizaje que aún hoy mantengo, necesaria para retener esa cantidad de materia teórica, a tener un esquema mental, una forma de redactar y a desarrollar una memoria que, todavía hoy, asusta a muchos jajaja. 

¿Tus mejores recuerdos de tu paso por la universidad?

Me cuesta situarme en esa etapa de mi vida. Haciendo memoria, diré que fue una época en la que mi mejor recuerdo es lo bien que lo pasábamos, ¡era muy joven y Granada era una ciudad universitaria llena de personas que venían a estudiar de otras provincias, imagínate! Muchos chicos y chicas de otros lugares de España, un ambiente increíble. Mucha diversidad para lo que era diverso en aquel entonces.

Otro buen recuerdo es que a la vez estudié la carrera de música. Hice 5 años de solfeo y 2 de armonía, total 7 años, quería aprender a tocar el piano, ese sueño, todavía está pendiente. Y el mejor recuerdo, mi amiga Aurelia, con quien conservo la amistad desde hace 32 años pese a la distancia.

¿Y los menos buenos?

Creo que tengo un sistema inmunológico súper potente hacia los malos recuerdos. No tengo recuerdos significativamente malos.

Tu llegada a Madrid fue…

Con 24 años recién cumplidos, llegar a Madrid y a Price Waterhouse, vivir sola, administrar mi sueldo, con compañeros estupendos y algunos desengaños.

La vida, en cierto sentido, era más fácil en Granada, pero me encantaba el anonimato de Madrid. Para bien o para mal, yo era un libro en blanco para los demás, nadie sabía quiénes eran mis padres, quién era mi abuelo, etc. Todo dependía de mí, de la huella que fuese capaz de dejar a nivel personal y profesional por mí misma. Madrid es una ciudad muy exigente pero acoge a todo el que quiera probarse a sí mismo. 32 años después, aquí sigo. Me compensó y me compensa aún todo lo positivo que me aporta Madrid. Las personas que he conocido, las que me han elegido y/o he elegido como amigos, lo que he aprendido de todos y cada uno de los proyectos profesionales de los que he sido parte y la vida familiar que he conseguido crear.

¿Qué principios conservas de tus inicios en la consultoría?

Pienso que los principios esenciales ya los traía puestos. Mis padres nos inculcaron la honradez, la lealtad, la ética y el esfuerzo. Estos he tratado de mantenerlos, como una brújula. Ahora bien, la consultoría me enseñó mucho, por ejemplo, a poner en orden la información: “Datos, Conclusiones y Recomendaciones”, a cuestionarme todo, a no dar nada por válido a la primera, a innovar, a ir por delante para ayudar a los clientes que per se ya eran personas que sabían mucho, a no quedarme solo en lo teórico sino a implicarme en la recomendación práctica, a provocar cambios. Tuve que tirar mucho del valor del esfuerzo, de poner a mi trabajo como prioridad, la conciliación es un concepto relativamente nuevo. En esa etapa, adquirí también la miopía, solo la visual, creo jajaja.

Otro principio que aprendí fue el de BLV, “Búscate La Vida”. Ese principio me ha ayudado mucho, lo digo en serio. 

¿Qué significa ser consultora en un mundo de consultores?

Crecí con 3 hermanos varones, no tengo hermanas, así que era un entorno habitual, nada me extrañaba. Al principio sobre todo, era la única consultora o directiva entre un grupo de hombres, sabía lo que se esperaba de mí. En ese momento era “ser uno más”. Fui una más, pero sabía que estaba de una forma u otra siendo inconscientemente puesta a prueba todo el tiempo.

Nunca he olvidado que soy una mujer y esa impronta, en la forma de ver las cosas y en la imagen, la he mantenido siempre pese a la presión por rebajar el nivel de femineidad. Realmente, el ser mujer entre hombres es un asunto al que nunca he prestado atención, me he centrado en hacer las cosas lo mejor que he podido. Por supuesto que he vivido situaciones personales y profesionales muy complicadas con las que ahora nos llevaríamos las manos a la cabeza. Pero mi lema vital, heredado de mi padre, Primum vivere deinde philosophari, hizo que mi energía la pusiera siempre en lo que quería conseguir y/o mantener, que era un trabajo y un futuro para ser siempre independiente. 

Tienes dos hijas maravillosas, pero… ¿a qué has tenido que renunciar?

Elegir es renunciar. Prefiero empezar por lo que elegí. Elegí mantener el ritmo con horarios eternos, elegí los viajes, elegí asumir cada vez más responsabilidades profesionales, elegí desafiarme, elegí la independencia.

Siempre digo, la independencia sale muy cara pero, para mí, no tiene precio. A partir de ahí se hace evidente a lo que renuncié, pero no lo voy a relatar porque podría sonar a drama. Y no lo fue, porque eso nos permitió vivir como yo quería que viviesen mis hijas. Ahora, porque son dos mujeres estupendas, estamos muy unidas, son luchadoras, son buenas personas y son independientes, también en su carácter. Son las que me pusieron y me ponen los pies en la tierra. Ser madre me ayudó, aparte de a descubrir lo que era el amor puro e incondicional, a darme un pragmatismo increíble.

De tu paso por las diferentes empresas, ¿qué es lo que más valoras?

Las oportunidades que me dieron, que siempre agradeceré, el aprendizaje y la resiliencia. Valoro lo que he visto de admirable y lo que he visto que no lo es. Valoro la posibilidad de trabajar codo con codo con muchos y diferentes tipos de clientes, con muchos tipos de compañeros, de jefes y de sectores tan diferentes que hacían que se despertara inmediatamente mi curiosidad por las claves de cada negocio y con todo ello y casi sin darte cuenta me he sentido “como pez en el agua” en cualquier contexto.

¿Cómo y por qué decides emprender tu aventura empresarial?

“Ya es hora”, eso es lo que pensé en el 2008, cuando tenía 44 años, llevaba 20 trabajando, 7 años divorciada, dos hijas y toda mi familia en Granada. Siempre he pensado que el foco estaba en el Cliente con mayúscula, en las soluciones que les podía aportar y lo que podía aprender de ellos. Lo siento, no soy nada política y en las organizaciones es algo muy valorable, pero para eso hay que nacer o aprender a hacerlo, y yo no valgo. A mí me parecía un desgaste innecesario de tiempo y de energía. La frase de “como un elefante en una cacharrería” se me ajustaba mucho. Así que, pese a todos los consejos que me dieron en contra por todas las circunstancias que ya he mencionado, decidí emprender.

Paloma Fernández Frial y yo, creamos JustTalent hace 12 años, anduvimos juntas 2 años y seguimos siendo muy buenas amigas. 

¿Siempre has sentido la necesidad de volar con tus propias alas?

Creo que he sido un rara avis. Siempre he tenido esa tendencia a querer despegar, personal y profesionalmente. Y digo rara avis porque no hacía lo que los demás esperaban de mí. He huído siempre del patrón a no ser que el patrón se ajustara a mí, pero nunca me he considerado ni especial ni diferente. Mi diálogo interno es sencillo pero determinante, si algo no me gusta, hago todo lo que puedo por cambiarlo, espero y, si sigue sin gustarme, no me conformo ni nunca me he conformado. Esto no ha sido muy popular ni entendido. Y cuando he volado, mis alas no eran las más fuertes ni las más largas ni las más bonitas, pero eran las mías y las tenía.

Cada día hay más personas que deciden emprender y crear su propia empresa. ¿Crees que son conscientes o más bien inconscientes de lo que les espera?

Jajaja, muy buena la pregunta. Creo que son conscientes de que quieren algo más, algo diferente, que son capaces y que saben y sienten que lo son.

Pienso que son valientes y que si han llegado a ese punto es que algo se les ha movido por dentro ya que no nos educan para ello. También son inconscientes y es normal, ¿cómo pueden saber lo que viene después? ¿Acaso al tener hijos lo sabemos? ¿O al iniciar una relación? Y, aún así, los tenemos y/o nos enamoramos. Si todo en la vida fuesen certezas y control, qué vida tan aburrida sería. Para emprender es conveniente estar preparados y atentos, siempre alerta, no acomodarse, saber vivir con la incertidumbre y los altibajos. Estas variables son una constante, y para eso, también hay que valer. Yo los animo a ser conscientes en su inconsciencia con expectativas ambiciosas y a la vez realistas. 

Hoy con Google Maps somos capaces de llegar a todos los destinos, pero… ¿a dónde nos conducen los mapas del talento?

Al destino que un Comité de Dirección quiera llegar en compañía de sus equipos. En JustTalent desarrollamos un Mapa de Talento, que fuerza primero a fijar un destino, ¿cómo vamos a llegar donde queremos si no sabemos a dónde queremos ir? ¿Te imaginas poner en Google Maps “llévame a…” y ponemos “ni idea”. Pues la aplicación diría… “¿adónde?”

Cuando nos dicen que necesitan evaluar el talento de nuestros equipos, la primera pregunta que hacemos es “¿qué es para ti talento acorde con tu destino estratégico?” Sin ese destino claro, ¿cómo podríamos llegar a él?  

Esta es la parte más diferenciadora de MapTalent y las más compleja. Luego el camino es más fácil, ya sabes qué camino seguir. Por supuesto, lo más importante es hacer algo con la información que, siguiendo el símil, sería como echar gasolina o comprar un billete. Nosotros lo hacemos a través de un diagnóstico 360º y acciones de desarrollo, formación, promoción, definición de expectativas, coaching, etc. que se derivan del mismo. 

Cuando llegas a una encrucijada en tu vida profesional y/o personal, ¿en qué te basas para elegir el camino?

Los caminos los he elegido en función de mis necesidades y preguntándome “¿a costa de qué?” No a cualquier precio, aunque sea muy golosa la alternativa. Cuando me he encontrado con diferentes caminos a elegir, la decisión ha sido relativamente fácil en lo profesional. En lo personal me ha costado un poco más. Mis preguntas son: para mí, ¿es esto honrado? ¿Es ético? ¿Estoy dañando a alguien innecesariamente? ¿Me daño a mí misma? Y, en caso de grandes dudas, la reflexión es, ¿qué hubiese hecho mi padre? 

¿Has tenido tentaciones de volver la vista atrás y desandar lo andado?

No suelo mirar mucho hacia atrás, para bien o para mal. Solo cuando me piden que explique el porqué de algo y me descubro dando explicaciones innecesarias para justificarme. Mi vida es el fruto de mis decisiones. Como decía Pablo Neruda y un amigo me lo recordó hace años, “confieso que he vivido” y no desandaría lo andado, he tenido la vida que elegí tener. Si tuviera una varita mágica daría marcha atrás en el tiempo solo para seguir disfrutando de la compañía de mis padres, soñando con que mi madre no hubiese enfermado o mi padre no hubiese fallecido.

¿Dejamos volar suficientemente la imaginación?

Conozco a muchas personas que sí lo hacen, muchas. Me encanta estar cerca de ellas porque nos inspiramos mutuamente. Juntos o por separado dibujamos un escenario futuro, que no existe. Dado mi pragmatismo, lo que más valoro es ver que no solo se imagina sino que tomamos la decisión y lo aterrizamos en una realidad. Desde mi punto de vista, solo con imaginación se puede conseguir un futuro mejor. En mi caso la imaginación la dejo volar tanto a nivel personal como profesional.

Los que me conocen bien saben a lo que me refiero…. Me gustan las personas así porque son los que cambian las cosas, sobre todo su propia vida si no les gusta. 

En tu mapa del talento… ¿a quién te gustaría descubrir?

El mapa de talento de mi vida me ha permitido descubrir al mejor hombre con el que quiero compartir cada día: John. He descubierto una familia nueva en Escocia, descubro cada día a mis hijas, a mis fantásticos hermanos y cuñadas, a las personas que considero mis amigos del alma. Todos ellos tienen muchos y diferentes talentos para vivir con generosidad y alegría.

Lo que me queda aún por descubrir es algo más sobre mí misma, sobre lo que soy, lo que hago y lo que puedo llegar a ser o hacer.

¿A qué lugar te gustaría llegar?

La verdad es que siento que he llegado al lugar al que quería llegar. Miro a mi alrededor y pienso, ¡qué afortunada soy! Pero, si dejo volar la imaginación, quiero hacer realidad, no a veces, sino cada día, mi propósito personal. Lo terminé de concretar no hace mucho tiempo: “Ser una diferencia positiva en los demás, transformando la vida de personas y organizaciones, siempre, de acuerdo con mis valores”.

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