LUIS CARLOS COLLAZOS
Una huella muy personal
Luis Carlos es una persona que, discretamente y casi sin querer, ha ido dejando una huella perenne en todos los profesionales que han tenido el privilegio de tenerle como jefe y de aquellos que, como yo, tenemos la fortuna de tenerle como amigo. Cuando digo “sin querer” es porque su interés y motivación por las personas son en él una cualidad intrínseca y natural, y la ejerce con la generosidad de quien lo sabe compartir para enriquecernos con su sabiduría.
Fue gestor de personas incluso muchos años antes de que se hubiese acuñado este término, cuando aún ni tan siquiera se hablaba de talento, porque es una persona de su tiempo y de todos los tiempos, porque siempre está a la búsqueda no de proyectos, sino del tiempo para poder llevarlos a cabo.
Compartir momentos con Luis Carlos siempre es un lujo y este lo queremos compartir hoy desde este blog y entre amigos.
De Madrid al cielo, ¿pero pasando por dónde?
Como itinerario vital e intentado darle un cierto sentido a lo que la vida merece, diría que podría resumirlo en “hacerlo bien” ya que si así lo haces, obtienes medios, recursos, satisfacción, lo que permitirá a ti y a tu entorno, tener una “buena vida” y además “hacer el bien”, puesto que en la medida en que lo consigas, además de lo que contribuyes, obtienes un claro retorno disfrutando más el que aporta, que el que recibe, lo que contribuye a hacer de tu vida, “una vida buena”.
Antonio Machado decía: “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, ¿y los tuyos?”
Tuve la suerte de tener una infancia muy afortunada, en una familia con unos excelentes y admirados padre y madre, arropado por otros 4 hermanos más. Los recuerdos están salpicados y abrazados por el cariño, los valores, el ejemplo y el esfuerzo. Los recuerdos concretos que preguntas se centran en la casa familiar, veranos en la casa de mi abuela paterna en un pueblo de Valladolid, otros veranos en residencias de distintas localidades, en el patio del colegio, en las reuniones y salidas con los scouts, practicando deportes (gimnasia, natación, futbol…).
¿Con una carrera no tenías bastante que te embarcaste en otra?
En la elección de la primera, tuvo cierta influencia el profesor particular de matemáticas de mis hermanos gemelos. Fueron unos años con vivencias enriquecedoras, aprendí, me fue bien y desarrollé determinadas competencias, prioritariamente técnicas y analíticas. No obstante, sí percibí (no con mucha intensidad, pero si con claridad) que en los debates con los compañeros, entre clases, en las comidas etc., tenían mayor prioridad los aspectos técnicos y racionales (desarrollo prioritariamente el lóbulo izquierdo del cerebro).
La decisión de iniciar la segunda carrera fue para “compensar” esa percepción y desarrollarme en otras materias y competencias de perfil más amplio y social.
¿Cómo se llega de la ingeniería y gestión empresarial a la gestión de personas?
Ese proceso de reinvención profesional y de vocación descubierta lo recuerdo con claridad y mucho agradecimiento. Estaba ubicado dentro del área de negocio, donde las métricas tenían que ver prioritariamente con el negocio y los resultados.
Recién entrado en la década a los 30, me plantee cómo y por dónde iba avanzando, y “por dónde me gustaría avanzar los siguientes años”. Después de un rico proceso de reflexión personal y de debates con otras personas (que duro 8-9 meses), concluí y visioné que quería avanzar y desarrollarme en el área de personas.
Una vez estaba claro el objetivo, y entendiendo que “cuando tienes un porqué, encuentras sin dificultad el cómo”, actué en consecuencia. Fue un proyecto y un proceso del que aprendí mucho, hubo que esperar a que surgiera la oportunidad, que apareció al cabo de 2,5-3 años. Estaba en “un lujo” de Compañía y de Directivos (especialmente locales, pero también internacionales), después de un proceso riguroso de selección, me dieron la oportunidad asumir la tarea de la Dirección de Recursos Humanos (admirable, al saber lo poco que conocía de esa área).
Visto con perspectiva, además de estar muy agradecido, constato que fue una magnífica oportunidad y una de mis mejores decisiones profesionales en los más de 40 años de vida profesional.
Como jefe, has dejado tu impronta en las que has dirigido, pero… ¿quién fue el que mayor influencia tuvo en tu carrera y por qué?
-En la primera compañía (en el sector de la Construcción), donde estuve 5 años, el Director Técnico, Benedicto Gomez Sedano, por su brillantez, por su humanidad, confianza y respeto a las personas.
-En la segunda (en el sector de la Tecnología), donde estuve 27 años, el Presidente de la compañía, Juan Soto Serrano, al que cuando me pidieron que escribiera una reseña suya para el Diccionario de la Real Academia de la Historia, después de la protocolizada introducción de datos del personaje, comencé creo que acertadamente definiéndole como “Ingeniero de profesión–Filósofo y Humanista por vocación”. Su atención al área de las personas era intensa en tiempo y en fondo; los debates e interacciones con él fueron un enorme lujo y un máster impagable.
En el gran tablero de la vida, como el rey, ¿por qué o por quién te sientes más protegido?
En lo personal, por mi padre, gran persona, maestro y referente (lástima que falleció muy pronto, cuando yo tenía 30 años, lo que supuso un gran impacto y dolor).
En lo profesional, por la mayor parte de mis superiores, porque he sentido que “trabajaba para la compañía con mi jefe” y no “para mi jefe en la compañía”.
En lo social, con mi familia y los amigos más cercanos, y como ciudadano, creo que actualmente estamos en periodos de transición y cambio, porque los valores, los ejemplos y las prácticas que llegan a la ciudadanía, no son adecuados ni ejemplificadores.
Y, hablando de la reina, ¿quiénes son las mujeres de tu vida?
-Mis abuelas materna y paterna: pura bondad y cariño.
-Mi madre: actualmente con 97 años, todavía nos sorprende a los 5 hijos con su entrega, capacidad para diagnosticar, apoyar, guiar, orientar… Gran mérito y enorme suerte.
-Mi mujer: una fortuna, me supera por goleada en muchas dimensiones, por su bondad, su saber estar, apoyar, capacidad, inteligencia. Un claro acierto.
-Mis hijas: un gran regalo de la naturaleza y, como decía Jose Saramago, un préstamo para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos…
– Mis niet@s: otra oportunidad de ver con nuevos ojos y perspectiva su ingenuidad, su candidez, su curiosidad, su evolución y desarrollo constante día a día.
Hoy, ¿cómo y por quién nos dejamos influenciar?
Los que considero como mejores maestros son los que te muestran hacia dónde mirar, no diciéndote lo que tienes que ver.
Estamos bombardeados y desbordados de información, no toda verdadera ni desinteresada. Tenemos que elaborar criterios sólidos de evaluación para separar la paja del grano.
Últimamente, la felicidad es un concepto que se está manejando en empresas y foros de opinión, pero… ¿cómo definirías la tuya?
En general no me puedo quejar, me considero afortunado. Hay valles y áreas de mejora, pero grandes bloques de satisfacción y de agradecimiento.
La felicidad es una elección siendo responsable de tu actitud y tus reacciones ante los acontecimientos, dependiendo mucho más de nuestro estado de ánimo, y no del estado de la cuenta bancaria. La felicidad no es una meta, está en el camino por el que avanzamos. Lo importante no es tener éxito (conseguir tus objetivos y deseos) es merecerlo, posteriormente, ver con quién y cómo lo compartes, practicando la tolerancia, la cooperación y la solidaridad.
¿Y nos la tienen que facilitar o es algo que cada persona debe buscar?
Como mencionaba en el punto anterior depende de varios factores, siendo uno mismo el motor fundamental. Es conveniente no confundir la felicidad con el confort y saber que la vida es un 15-20% de lo que sucede y el 80-85% restante, de cómo reaccionamos frente a lo que sucede. Aprendemos más de los golpes adversos que en los golpes de la fortuna.
¿Qué es más fácil, entender a los demás o entender a los tuyos?
Desde lo mucho que somos y tenemos, teniendo presente el sentido de responsabilidad que la vida nos pide, debemos intentar vivirla bien nosotros, junto con los demás.
Si hay respeto y ánimo de entendimiento, no percibo mucha diferencia en entender a los dos colectivos (cada persona es única). Tenemos que intentar ponernos en su situación, entender sus motivaciones, sus objetivos, sus valores… con predisposición para entender, valorar y aprender todo lo que te aportan perfiles y personas diferentes.
Avanzamos a una velocidad de vértigo, pero… ¿qué nos estamos dejando por el camino?
Claro que nos estamos dejamos cosas por el camino, pero nosotros somos en buena medida responsables de ello. Recuerda esa idea de que “Nada te puede dañar sin tu consentimiento”.
Como dice un buen amigo “En Occidente hemos materializado el espíritu y en Oriente han espiritualizado la materia”. Creo que hay que aprovechar lo mejor de los dos mundos, entendiendo que “El PIB mide todo, excepto aquello que hace que la vida valga la pena vivirla”. Valorar a la persona por lo que es y no por lo que tiene.
¿Suele haber un desfase importante entre lo que pensamos que somos y lo que realmente somos?
Claro que hay un desfase, una cosa es como tú te crees que eres, otra cosa es como realmente eres, y otra cosa es cómo te ven los demás. Trabajar en entender y conocer esos 3 aspectos, te ayuda a gestionarte y gestionar mejor.
¿Es fácil o difícil gestionar ese desfase?
Es un buen ejercicio de análisis, trabajar entender los 3 aspectos, para actuar y desarrollarte más eficaz y eficientemente. Debemos trabajar más “la consciencia”, avanzando en nuestro “saber de ti”.
Es un objetivo deseable y posible que en la persona convivan en armonía, la curiosidad del científico (el dato, los hechos), la sensibilidad del artista (lo armónico, lo bello) y la confianza en lo transcendente (la ética, los valores, la esperanza, la experiencia).
Una de las novelas que más ha marcado una época es “tiempo de silencio”, de Luis Martín Santos pero, como los verbos, la vida tiene sus tiempos. ¿Cuáles son los tuyos?
Reconozco y soy consciente de que la vida es cuestión de prioridades, “siempre hay tiempo para lo que uno quiere que haya tiempo”. Aun así, ahí dejo mis reflexiones y áreas de mejora.
Para leer
Es un área de mejora. Debo y tengo que dedicarle más.
Para escuchar
En general me gusta entender, conocer lo que no sé y suelo ser “preguntero”; consecuente, después de preguntar obviamente hay que escuchar.
Para disfrutar
Disfruto dedicando tiempo a la familia y a los amigos, con las charlas y los debates de contenido y con valor, que me aportan formación e información.
Para soñar
Un tiempo prudente. Sabiendo que el futuro está solo en la imaginación, no obstante sueño con ello, porque en él está una nueva oportunidad.
Para recordar
Los momentos mágicos que, por una razón u otra, han surgido (familiares, personales, profesionales, vivenciales…). Es bueno saber que del pasado se aprende, pero hay que saber también que ya está en la memoria y es parte de tu “bonita historia”.