JUAN CARLOS Y GUILLERMO CANTERO

"Ser emprendedor es sentir una sensación agridulce
de vértigo e ilusión ante lo desconocido."
Juan Carlos y Guillermo Cantero

JUAN CARLOS Y GUILLERMO CANTERO

Emprendedor a la fuerza y la fuerza del emprendedor

 

Con Juan Carlos me une una amistad basada en una confianza ciega. Fue mi segundo cliente cuando inicié mi aventura empresarial en la agencia Pol&Partners, desde la que creamos las primeras campañas, foros de empleo y el hasta entonces desconocido employer branding en nuestro país, un nuevo campo de comunicación en el que solo personas vanguardistas como él, desde la dirección de RRHH de VIPS, apostaron por innovar en un sector bastante tradicional. Después nos fuimos siguiendo por Shering Plough, Vía digital, Scheweppes… hasta hoy, en su nueva faceta de emprendedor. 

Guillermo, su hijo, lo conocí cuando después de finalizar su carrera de Ingeniería decidió utilizar todo su ingenio para emprender una aventura empresarial, creando con un grupo de buenos amigos LONGWAY APPAREL. Desde el primer día me cautivó por su empatía, brillantez, osadía y especialmente por su manera de ser, libre de toda mochila que no sea la que lleva para viajar por el mundo surfeando contra viento y marea y por su mentalidad abierta, desenfadada y sin prejuicios. Y porque ha sabido aprender algo esencial en la vida como cerrar algunas puertas para seguir abriendo muchas más.

¿Qué se siente cuándo se abandona el mundo de la empresa y hay que reinventarse forzosamente?

Juan Carlos: Cuando se abandona el mundo de la empresa y hay que reinventarse forzosamente, lo primero que se siente es miedo. ¿Seré capaz de hacerlo, de ganarme la vida? Y si no lo soy, ¿qué pasa?, ¿cómo voy a llevar que he tenido una amplia carrera de éxito en el mundo de la empresa y una corta y sin grandes referencias por mi cuenta? Es lo que tiene salir de la zona de confort. Te sientes como cuando sales a escena por primera vez, no sabes dónde y a quién mirar, y encima se te olvidan las primeras líneas de tu diálogo.

¿Qué se siente cuando se acaba la universidad y hay que afrontar el mundo laboral?

Guillermo: Yo me sentí bastante pez. Hasta ese momento has ido avanzando por un río, dejándote llevar por la corriente mientras vas aprendiendo cómo funciona todo esto y teniendo muy claro en todo momento qué “toca”, qué es lo siguiente. Por supuesto has tenido que tomar decisiones importantes, pero siempre acotadas e influenciadas por la vida protegida y dirigida que llevamos. 

En ese momento, ese río desemboca por fin en mar abierto y yo por lo menos sentí un mix de vértigo y curiosidad. Adquieres (si quieres) una libertad que antes no tenías y te das cuenta de que no hay nada escrito y puedes nadar en la dirección que quieras. Yo tengo hasta un ancla que me lo recuerda de vez en cuando: no dejes que te lleve la corriente.

¿Qué caminos has seguido y cuáles has tenido que abandonar en tu hoja de ruta del emprendimiento?

Juan Carlos: Recuerdo que a principio de los 90, monté una empresa con otros socios. Hubo poco de pensar y mucho de empezar a actuar y así funcionó. Después de un poco más de 1 año descubrí que me había equivocado en lo fundamental. Los socios, los riesgos asumidos (yo había dejado mi trabajo y otros no) y era el que más curraba. Veinte años después, tenía claro que era muy importante irme con otros que tuvieran experiencia en el emprendimiento, para aprender; un proyecto claro (como era Persona); con mentalidad de innovar y hacer cosas nuevas y frescas, y sobre todo que hubiera afinidad personal. Montarme solo y por mi cuenta no tenía ningún sentido. Ser un socio relevante, en cuanto a participación, tampoco. Llegué el último y había que “aceptar” lo que se ofrecía. Era muy importante que no necesitaba la pasta.

Está claro que el timón lo toma otro, en este caso el socio mayoritario, y las directrices las “marca” ese otro. Esto acaba siendo un lastre para el otro y para ti, y por ahí comienza a romperse la cuerda después de tu período de aprendizaje.

¿Ser emprendedor ha sido tu primera opción o has dado pasos en otra dirección?

Guillermo: Serlo no, pero sí tuve muy claro desde el principio que era el mundillo que me atraía. Ese reto de crear algo desde cero y la capacidad de impacto y exposición que te da es increíble, en un momento en el empiezas realmente a aprender de nuevo. Es una pena porque pasamos mucho tiempo estudiando y no se nos anima ni enseña cómo es eso de crear algo tuyo, así que yo quise probar cómo era antes de lanzarme. 

Trabajé primero en una startup tecnológica que vendía mentorización online para emprendedores y de ahí me fui a Talentum Startups: un programa de Telefónica que tenía precisamente el objetivo de acercar el emprendimiento a los estudiantes de último año de carreras techie, a través de becas para desarrollar sus propios proyectos o para trabajar en startups. Después de eso di un giro y probé suerte con la consultoría a través de IBM, que andaba lanzando una rama nueva de Interactive Experience orientada a todo el mundo digital y de experiencia de usuario. Duró lo que dura un embarazo, pero creo que me ayudó a disipar las últimas dudas (o tentaciones del otro camino) y por fin di a luz. 

¿Cuáles han sido las mayores dificultades con las que te has encontrado en esa primera fase?

Juan Carlos: Primero es entender qué se espera de ti. Que se resume en vender servicios (¡coño, no sé bien cómo hacerlo!), ¿qué es lo que realmente tengo que vender?, ¿cómo lo voy a vender? Parece una pregunta fácil, pero te aseguro que en consultoría de RH es de las más difíciles. Ahora cuando miro atrás veo que esto es de las cosas más difíciles de identificar, plasmar y contar a otros, sin que suene a pájaros y flores, qué haces y en qué les puedes ayudar. Luego está el hacerlo (el delivery), hacerlo bien, que sea útil y repetir. Así dicho parece fácil y te aseguro que no lo es. 

¿Cómo ha sido la primera fase de la creación de tu propia empresa?

Guillermo: Pues yo la verdad es que viví todo el arranque con el freno de mano echado. Los primeros 6 meses estaba todavía trabajando hasta las tantas en IBM y buscando tiempo y energía para este nuevo proyecto y me costó. En cuanto pude dedicarme full-time fue otra cosa. Al principio todo es energía, pasión y movimiento. Tiras con todo sin pararte a pensar en exceso y quizás no queriendo ver ciertas cosas. Luego llegan los primeros golpes y te hacen parar un poco y reflexionar. Qué ha funcionado y qué no. Creo que este ejercicio de análisis es vital para dar los próximos pasos en una dirección cada vez mejor y es un ciclo que se repite después una y otra vez. “Solo” tienes que intentar que cada vez sean más las cosas que funcionan y menos las que no, antes de que se te acabe la gasolina.

Como la escalada, a la hora de abordar un proyecto empresarial, ¿es mejor hacerlo en equipo o en solitario?

Juan Carlos: Ahora te diría que es mejor hacerlo en equipo, siendo tú el socio mayoritario. Para mí no habría sido posible hacerlo solo, por lo mucho que tenía que aprender. En la actualidad lo hago solo pero con otros. Otros con quienes me he ido encontrando en proyectos, a quienes respeto, admiro por la forma de trabajar y de quienes sigo aprendiendo.

Guillermo: En equipo siempre. Un buen equipo te acompaña en la escalada y te hace llegar más alto y más deprisa. Pero cuidado, uno malo te puede lastrar mucho. A mí me encanta el deporte y esto lo veo igual. Los equipos tardan en acoplarse y en funcionar juntos, hay que darles tiempo, pero hay ciertos indicadores (conductas, capacidades, etc.) que hay que saber identificar, reconocer y corregir, y que en ocasiones no tienen solución. Si ahora me preguntan, la elección de los compañeros/as de escalada es lo más importante para tener opciones de llegar a la cima.

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes?

Juan Carlos: Las ventajas de emprender en solitario son el control sobre lo que haces. Puedes pagar un precio por ello que es el utilizar siempre el martillo porque solo ves clavos. Estar con otros te complementa, te reta, te hace crecer y además tiene el aliciente de las relaciones interpersonales cuando estas son buenas.

Guillermo: No he vivido todavía lo que es hacerlo solo, pero soy de los que piensan que las cosas se disfrutan más y se sufren menos en compañía. Compartir éxitos y fracasos es mucho mejor con un equipo.

Todos tenemos, por ejemplo, soluciones distintas a un mismo problema y casi siempre la solución correcta está en una combinación de varias de ellas y no en la que tú piensas de inicio. Un equipo te complementa y te permite poner tu foco y energía en lo que mejor sabes hacer. Este es, sin embargo, a la vez uno de los grandes peligros o inconvenientes: saber dividir responsabilidades y respetar estas divisiones. Es fácil caer en la tentación de invadir parcelas y es ahí donde surgen los problemas.

¿Cómo se gestionan las relaciones entre los socios cuando, además, suelen estar basadas en la amistad? 

Juan Carlos: Esta es la parte más complicada. Es muy difícil separar lo profesional de lo personal. Los egos están ahí y juegan su baza. Cuando los resultados van bien porque uno puede pensar que la mayor parte del mérito es suya y cuando van mal la responsabilidad es de otros. Es muy importante tener reglas claras desde el principio. Cuando hay buen rollo es importante dedicar tiempo a ello, decidir roles (uno ha de ser el jefe), cómo resolver conflictos, el sistema de reparto, etc.

Guillermo: Partiendo de que siempre van a haber roces y disputas, yo todavía no tengo del todo claro si estas se solucionan mejor entre amigos o desconocidos. En el caso de los socios amigos, que es lo que yo he vivido, hay menos rodeos, más confianza. Esto hace que seamos más directos, lo que ayuda con ciertas cosas y perjudica con otras. Esta sinceridad y comunicación es fundamental para mí, pero debe ser siempre individual (uno a uno antes que colectiva) y sabiendo separar lo personal de lo profesional. Si hay un problema, se plantea a esa persona antes de compartirlo por detrás con otros y siendo muy conscientes ambas partes en todo momento de que se trata de algo profesional y que no debemos tomarnos personalmente. Dificilísimo, pero a día de hoy todavía creo que con las amistades hay una razón extra para querer solucionarlo! 

¿Es la experiencia la base para asegurar el éxito o se necesitan otros factores?

Juan Carlos: La experiencia es importante pero menos de lo que podría pensarse. Hay que ver qué piden los clientes, seguir formándose cada año, ver qué hacen otros y cómo lo hacen, qué novedades hay fuera de nuestro país. Reinventarse constantemente.

¿Es la ilusión la base para asegurar el éxito?

Guillermo: ¡Ojalá! Porque creo que es algo que todos los que emprendemos tenemos en mayor o menor medida, pero creo que la fórmula es mucho más compleja. Sí creo que es un ingrediente básico y que la dificultad está en saber mantenerla cuando aparecen las primeras complicaciones. Yo lo suelo comparar con una montaña rusa que tiene sus picos y valles, y en la que la clave está en esa frase que desgraciadamente hemos oído mucho últimamente: aplanar la curva. No dejarnos llevar por la euforia en los momentos buenos y no hundirnos tanto ante las adversidades. Aunque suene a topicazo, para mí la verdadera base es el trabajo. Y ahí lo dejo, que ya hay mucho sermón alrededor de eso.

Desde tu punto de vista de emprendedor sénior, ¿compartías y/o buscabas consejos/experiencias de jóvenes emprendedores?

Juan Carlos: Recuerdo que al poco de empezar en Persona conocí a gente joven que empezaba a emprender con poca experiencia práctica, pero con mucha innovación, vía soluciones tecnológicas. Esto me llamó mucho la atención y me enseñó a mantener un ojo siempre en los jóvenes emprendedores. 

Desde tu punto de vista de emprendedor júnior, ¿buscabas o seguías consejos de los séniors?

Guillermo: ¡Los tuyos sin ir más lejos! jajaja y la verdad es que tuviste buen ojo. En serio, me parece imprescindible que la gente joven que emprende trate de acceder a la experiencia de gente que ya se ha “pasado esa pantalla”. Ojalá yo hubiese hecho mucho más caso. Muchas veces los jóvenes nos creemos que lo sabemos todo y que la gente más sénior no entiende cómo funcionan ahora las cosas… de eso nada. La historia se repite y la experiencia es la clave para no tropezar con piedras con las que ya han tropezado otros. Pese a que pueda parecer que estamos en un momento de cambio acelerado, este solo afecta a ciertos niveles o frentes de una empresa y por debajo de toda esa innovación se necesitan las mismas habilidades de gestión o comunicación que hace años.

¿Qué valoras más de los jóvenes emprendedores y qué piensas que necesitan?

Juan Carlos: La valentía, el espíritu de libertad y su capacidad para levantarse y volver a intentarlo es lo que más valoro de los jóvenes emprendedores. Cuando veo a Guillermo veo claramente estos tres atributos. Como si fuese un junco: fuerte para resistir y flexible para adaptarse a lo que surja y también con una idea clara de equilibrio entre su vida personal y la profesional.

¿Qué valoras más de los emprendedores séniors y que piensas que necesitan?

Guillermo: Valoro sobretodo sus vivencias y la experiencia que viene con ellas. Eso te da una intuición y, en general, una opinión y juicio muy fundamentado que aplicar a cualquier situación de hoy en día. También admiro mucho su capacidad de trabajo y perseverancia. Ahora somos más caprichosos y queremos conseguir las cosas ya mismo y sin mucho esfuerzo. Esa resiliencia y capacidad de sacrificio creo sin embargo que también puede convertirse en un lastre para esos perfiles más sénior. Limita la creatividad para solucionar problemas, basándose en que es solo cuestión de trabajo y en ocasiones no es así. Con ese filtro es quizás más difícil desafiar el status quo.

¿Qué es lo que se echa de menos y lo que más se valora siendo emprendedor?

Juan Carlos: La seguridad que me daba mi oficio. Lo había aprendido y probado en distintas empresas (me he movido mucho de empresa y de sector) y además me pagaban muy bien. 

Lo que más valoro es seguir aprendiendo tanto formalmente como de otros. Y también la libertad de tu tiempo, aunque esto sea un arma de doble filo.  

Guillermo: Yo lo que más he echado de menos es la desconexión. Es tu negocio y te acompaña a todas partes y esto puede llegar a ser muy frustrante y agotador. ¡Reconozco que ahora duermo mucho mejor! Pero es que en el otro lado de la balanza hay muchísimas cosas que hacen que todo valga la pena. Me quedo con la libertad que te da (para organizar tu vida o buscar y crear soluciones) y sobre todo con la sensación de subidón cuando las cosas salen bien. La forma en que disfrutas de los éxitos, por pequeños que sean, es especial. 

¿Qué habéis aprendido en esa nueva fase de vuestras vidas?

Juan Carlos: Creo que me ha ayudado a reafirmar algunas cosas importantes. La constancia, la humildad y ser curioso sobre lo que hacen otros y el impacto de la tecnología digital en la forma de hacer.

Guillermo: Me quedo con la visión complementaria que te da de cómo funciona el mundo que nos rodea. A todos nos ha pasado que cuando empiezas a interesarte por algo (un tatuaje, una casa con terraza, lo que sea) ¡lo empiezas a ver en todas partes! Siempre ha estado ahí, pero ahora de alguna forma tiene tu atención. Con el emprendimiento me pasa algo parecido. Cuando te has peleado por sacar adelante un proyecto, empiezas a ver todo con otros ojos, valorando pequeñas cosas en cada comercio que antes pasabas por alto. Veo y me imagino a las personas detrás de cada negocio y me pregunto por qué harán las cosas de una u otra manera. Esto me lleva también a ver oportunidades en todas partes ¡y a querer lanzarme de nuevo!

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