
JESÚS VEGA
Sueños de un seductor
Lo nuestro ha sido desde el inicio una larga historia de seducción.
Él se dejó seducir por la que era la empresa de referencia en su momento, Hewlett- Packard, incorporándose además al equipo de otro gran seductor, Luis Carlos Collazos. En mi caso, también me sedujo (y me dejé seducir) desde el primer momento cuando empezamos a colaborar juntos en proyectos innovadores, por su osadía siempre transgresora.
Hoy seguimos compartiendo algo tan importante como el sentido del humor y la ironía. Desde el inconformismo que nos une y, en cierta manera, nos diferencia. Cuestionando lo confortable para explorar nuevos caminos, y así continuamos caminando juntos, disfrutando cada etapa de nuestras vidas.
No obstante, si hay algún aspecto que le caracteriza es su capacidad camaleónica para adaptarse a todos los entornos, a representar roles diferentes, a construir fantásticos relatos, a emocionarnos en cada una de sus conferencias, sus representaciones y hacer de cada momento compartido algo muy especial.
¿Te gusta seducir?
La seducción es algo muy humano, innato al ser humano. A los bebés nadie les ha enseñado, sonríen para seducir. Cuando nos sonríen, se para el mundo. En realidad, lo que están diciéndonos de alguna manera con esa sonrisa es que les demos cariño y protección. Y a mí, como buen ser humano que soy, me gusta seducir.
Gilles Lipovetsky afirma que en la sociedad actual la seducción prima sobre la convicción y que estamos creando un universo vacío y superficial.
Es decir de forma inteligente lo que yo diría de manera más sencilla y natural. Convencer apela a la razón y cuando tratamos de convencer, lo que hacemos es aproximar puntos de vista a través de argumentos y razones para que las personas adopten los nuestros. Sin embargo, la seducción toca algo mucho más poderoso: toca a la emoción, al corazón, apela a instintos, a la propia naturaleza del ser humano.
Dicen que en los primeros años de nuestra infancia ya se forja el carácter. Arturo Barea escribió La forja de un rebelde,¿cómo definirías tu carácter, tu personalidad?
Pues muy sencillamente, como la persona que no tiene personalidad, en el sentido de que no tengo la noción de estar dotado de un gran carácter. Mi carácter se basa, creo, en ser maleable. Creo que hay gente que se enamora de sí misma incluso por miedo, por inseguridad y lo que hace es construir una fortaleza alrededor de unos rasgos de personalidad que podríamos resumir en esa famosa frase de “yo es que soy así y no pienso cambiar”. Ser flexible, maleable, adaptable, ser curioso, lo que te lleva es a una situación que te convierte en algo más competitivo, porque si eres igual en todas las circunstancias, hay más oportunidades para que, si eres torpe, lo sigas siendo aún más, y si eres inteligente y no cambias, lo más seguro es que lo serás cada vez menos.

¿Cambiamos o nos cambian?
Aquí voy a ser muy tajante: cambiamos. No hay nadie que nos cambie. Sí hay gente que nos influye, que nos impacta, que nos hace pensar, que nos hace sentir, pero no hay nadie que cambie si no quiere cambiar. El cambio es un proceso interno. Sí te pueden hacer cambiar si te inculcan el paradigma del miedo. Cambiamos a la fuerza, pero son las personas que realmente te impactan, las que te ayudan a cambiar.
¿Sigues en contacto con antiguos compañeros del cole o de la uni, ahora que está tan de moda organizar quedadas a través de las redes?
No. No guardo ningún contacto de esas etapas de mi vida, fundamentalmente porque creo que soy un advenedizo. Tiene una explicación, ya que vengo de una familia humilde y el cole en el que estudié y de mi paso por la universidad recuerdo que siempre aspiraba a más; a medida que superaba las etapas, iba dejando, olvidando y borrando las anteriores. Luego, a lo largo de los años, la vida me ha enseñado que se podían tener lazos más duraderos, creo que esto sucedió en el momento en que yo me sentía más a gusto, más cómodo conmigo mismo. Iba demasiado rápido y dejando atrás mi pasado; ahora he aprendido a integrarlo con el presente. Conservo grandes y numerosas amistades personales y profesionales que aprecio enormemente.
Como Groucho Marx, que decía que él nunca pertenecería a un club que le aceptase como socio, ¿a qué club no pertenecerías?
Aquí disiento totalmente con Groucho. Pertenecería a casi todos porque respeto cualquier postura ante la vida, ya que pienso que todas son respetables y muchas admirables. Incluso con personajes como Hitler o Stalin siento curiosidad por saber lo que les ha llevado a ser tan repugnantes, tan execrables y, sin embargo, tan terriblemente seductores.
Estuviste en el corazón de la tecnología (HP), en el de la banca (Santander) y en el de la moda (Zara). ¿En cuál te gustaría explorar?
Sin lugar a dudas, las galaxias más lejanas. Me gustaría que viniese una nave espacial, se plantara delante de mí y los tripulantes pidiesen voluntarios para viajar a sus mundos. Ser astronauta es quizás el sueño y la ilusión que siempre mantuve desde mi niñez. Tengo alma de explorador, de descubrir nuevos lugares, nuevas culturas.
A tu salida de Zara decidiste coger un año sabático. ¿Cómo lo viviste y qué has aprendido?
Descubrí lo que es ser libre. Todas las personas estamos hipotecadas por nuestras obligaciones económicas, laborales, familiares, sociales… y muchas de las cosas que hacemos a lo largo del día no están decididas por nosotros. Cuando das la vuelta al mundo “vagabundeando” o, mejor dicho, “vagamundeando”, en plan mochilero. Recuerdo esa época como lo más parecido a un ser libre. No tenía nada que hacer (obligatoriamente), no tenía que rendir cuentas a nadie e íbamos haciendo lo que decidíamos al instante, sin planificar nada, simplemente dejándonos llevar por el instinto. Y descubrí algo muy importante, me descubrí a mí mismo. Sin florituras, sin trabas, sin condicionantes.
En las compañías siempre actuaste como un verso libre. ¿Cómo te ves ahora con los años y la experiencia?
Lo fui o no… Creo que a las empresas les da miedo gente con criterio propio y ser independiente a la hora de ver las cosas, pero al mismo tiempo la respetan mucho.
Me di cuenta de que, siendo un poco revoltoso y rebelde, a veces creaba incomodidades, que, por otra parte, no me incomodaban, pero al mismo tiempo ganaba respeto. Conozco a gente más inteligente, más brillante que yo y, sin embargo, no ha tenido una trayectoria como la mía. Acatar o rebelarse, seguir o que te sigan, creo que es bueno que la virtud está en el justo medio y así sigo siendo.
¿Con qué no te conformas?
No me conformo con nada.

Como actor de teatro, ¿trasladas esta faceta a la vida normal?
Nunca pude imaginar todo lo que el mundo del teatro me iba a aportar. He conocido a gente maravillosa y he aprendido a conocerme más a mí mismo. Me ha servido para saber leer, interpretar, conocer a otras personas o personajes que no tienen nada que ver conmigo.
¿Qué personaje te gustaría representar en el teatro? En la vida ya lo haces siendo Jesús Vega.
No lo había pensado, pero ahora que me lo preguntas, creo que el de una mujer. Creo que es el ser más fascinante, más complejo, más enriquecedor que existe. Y lo digo sin querer ser oportunista y apuntarme al feminismo que está tan en boga.
¿Qué piensas que admiran más las personas que acuden a tus conferencias, lo que les relatas o lo que representas?
Un poco de todo. La persona que va a las conferencias no va a aprender, ya va sabido de casa. Va a que le toquen la fibra, a que le emocionen, a sentir sensaciones y, por eso, importa tanto lo que dices como de la manera de como lo dices. Tienes que transmitir conocimiento, experiencia, pero siendo capaz de emocionar.
¿Has sentido la envidia a tu alrededor?
Me encanta la envidia. En algún lugar leí que la envidia es la admiración reprimida. La envidia me parece fantástica, pero me da pena la gente que no siente envidia. Me alegro de que, a mis amigos, a mi familia, a mis colegas les vaya bien y muy bien. Envidio a periodistas como a escritores, envidio a todas las personas a las que admiro.
Además de ser tu pareja, ¿qué significa Carmen para ti?
Es mi compañera de viaje, es la mitad de mí, es la persona que me hubiese gustado conocer antes en mi vida y a la que me gustaría seguir vinculado cuando me muera. No pudimos tener hijos, y creo que cada uno de nosotros lo somos todo para el otro.
Un sueño por cumplir…
Tú estás pensando en mi aspiración de ser presidente del Real Madrid, pero un sueño fantástico sería ser capaz de escribir una buena novela. Dar la vuelta al mundo, pero esta vez en un velero, hacer una fundación que realmente fuera transformadora… todos tenemos tantos y tantos sueños…
Encuentra su faceta más profesional aquí.