JAVIER HERVÁS

"Si vas a hacer algo de cara a la galería, no lo hagas…
ni siquiera teatro".
Javier Hervás

JAVIER HERVÁS

Una persona polifacética y… renacentista

 

Javier es de esos amigos que vas conociendo y valorando a lo largo del tiempo, con la sensación de que nunca acabarás de conocerlos por completo, ya que es una persona poliédrica, con múltiples centros de interés, que sabe compartir su experiencia y sabiduría con sencillez y sin alardes. Es una persona que no te deja indiferente, gran observador de la realidad social que nos rodea, muy alejado tanto de verdades absolutas como de tendencias efímeras, que sabe valorar los diferentes puntos de vista y la riqueza que esconden los matices.

Javier es una persona al más puro estilo renacentista porque, además de ser reconocido como un gran profesional en su terreno, es poeta, escritor, amante apasionado de todas las artes y promotor de las escénicas, con una curiosidad sin límites a la hora de ampliar experiencias y conocimientos, que sabe compartirlos generosamente con sus amigos y su entorno más cercano.

Esta entrevista es tan extensa como su gran capacidad narrativa y de excelente conversador. En un primer momento pensamos acotarla o acortarla, pero a final animamos a todas las personas a leerla hasta el final, porque no se la pueden perder.

La vuelta al cole este año es bastante complicada, pero… ¿qué recuerdos guardas de esa época de tu vida?

Mi infancia no fue un patio de Sevilla donde anida el limonero… Yo crecí en uno de aquellos barrios periféricos de Madrid, en Alcalá de Henares, de los mal llamados “barrios obreros” donde la vida se representaba más en la calle que en las casas…, y donde tuve la fortuna de coincidir con, citando nuevamente a Machado, buenas gentes que laboraban, pasaban y soñaban. 

Una infancia/adolescencia en un barrio de gentes que vinieron a trabajar en los alrededores del cinturón industrial de Madrid de los años setenta es una infancia/adolescencia que se pasa muy a flor de piel: había que transitar por la delgada línea que separa el atajo hacia el precipicio, del esfuerzo hacia “no saber dónde” porque abrir las puertas para salir del barrio solo dependía de la propia intuición y de no respetar los límites…. y por ahí había que transitar.

Y cuando miro hacia atrás, casi siempre con cariño, creo que fue una época que por haberla vivido de aquella manera me ha permitido seguir mirando hacia adelante no como una huida, sino como un modo natural de seguir un camino vital satisfaciendo mi curiosidad por aprender, mejorar y disfrutar de cada cosa que voy haciendo. 

¿Fue decisivo algún profesor en tu orientación académica?

No soy muy mitómano…, ni soy de aquí, ni soy de allá. El colegio al que acudí: Escolapios de Alcalá de Henares. Su modernidad en aquellos años, sus medios, los profesores en su conjunto sí fueron importantes: me descubrieron un mundo absolutamente desconocido y lejano a mi vida de barrio que alimentó mi curiosidad y me permitió descubrir música, libros, películas, movimientos sociales y políticos etc. a los que difícilmente hubiera llegado sin haber estado en sus aulas… pero no hubo una persona en particular.

Con posterioridad, y por haber estado en ese colegio, accedí al mundo de las universidades laborales, en concreto a la de Alcalá de Henares, y allí fue donde ese mundo que se intuía en el colegio se hace grande y plural en múltiples dimensiones y en esa etapa de los trece a los diecisiete años, el entorno “laborales” me da la oportunidad de disfrutar de aquel mundo de la España de finales de los 70 y principios de los 80, donde absorbimos un modo de ver y entender la vida que aún creo que me acompaña. Había cosas que hacer y se hacían. 

¿Tenías claro que querías estudiar Derecho, cuando en muchos casos a la hora de elegir el camino se presenta bastante torcido?

Los renglones torcidos me llevaron al Derecho. Desde los 16 años había decidido que quería estudiar “magisterio”, pero poco a poco me fueron asaltando dudas de mis capacidades al respecto: creo que soy didáctico pero la paciencia tengo que trabajarla mucho…, y así, casi por defecto, me encontré estudiando Derecho. Recuerdo que la segunda opción que marque fue filosofía. Y a modo de anécdota: Atticus Finch me impacto siempre, y tuvo mucho que ver en la decisión.

Entre tantas ramas, ¿te costó decidir a cuál agarrarte?

Vamos a partir de una afirmación un poco radical: me encanta el Derecho en toda su extensión. Me parece fascinante porque desde su comprensión omnímoda: justicia, ética, filosofía, sociología, economía y ordenación de conductas, determina toda nuestra cotidianeidad. 

Y por ello, siempre fui más del derecho privado: aquel por el que los particulares se rigen en sus propias relaciones y tienen una capacidad de autotutelar sus conductas y desde ahí tardé poco en decantarme por el mundo del Derecho del trabajo y de las relaciones laborales.

Para mí el Derecho del trabajo y de las relaciones laborales comprende todo aquello que me motiva en el mundo del Derecho: personas en conflicto buscando soluciones que, necesariamente, deben mejorar la posición de ambos, sabiendo ambas partes que en todo caso su posición de inicio siempre, esencial y existencialmente, será representando intereses contrapuestos. Es un reto diario que engancha y no deja indiferente.

¿En la universidad eras defensor de causas perdidas o más bien abogado del diablo?

Defendía causas perdidas haciendo de abogado del diablo… y así sigo, porque buscar la solución adecuada siempre exige conocer todas las caras (y no todas son bonitas) de los que forman parte de las causas.  Y como no conozco ninguna causa perdida, cuanto más bailan ángeles y demonios, más luz se aporta a la solución de la causa… y yo más me divierto.

¿Hay que acostumbrarse a recibir muchos reveses con el Derecho?

¡¡¡No!!! El Derecho es profundamente agradecido aunque, como es habitual en todas las facetas vitales, lo normal es que recibas del Derecho un trato parecido al que tú le dispensas. 

Lo importante con el Derecho es su comprensión adecuada, y no solo desde un punto de vista técnico, que es obvio, sino también desde su aportación a la satisfacción de los intereses de las partes que están tratando de dirimir sus diferencias: el derecho siempre ofrece soluciones. 

Ahora bien, si quieres ganar siempre, igual sí tienes que empezar a acostumbrarte a que “el Derecho es el revés” porque, afortunadamente, el Derecho siempre da una oportunidad de ganar incluso a aquel que a priori no tiene ninguna.

Abogado y poeta… ¿Es cuestión de haber optado por letras?

Agradecido por la calificación de “poeta”. Tener publicado un libro de poesía no te hace poeta.

A la poesía llegué pronto, incluso antes que a la abogacía, pero luego comprendí que tanto en uno como en otro lado se dan dos de las notas que más me apasiona encontrar en la vida: belleza y radicalidad.

La poesía no deja de ser una forma de mirar diferente a aquello que te rodea: miras con ojos críticos, o comprensivos, o enamorados, o tristes… pero en todo caso no estás mirando en “prosa”: de seguido, descriptivo y con la “cábala”, sino que estás mirando con la necesidad de comprender y explicar, de que te comprendan y de que te expliquen, en cierta medida de la poesía se espera “acunamiento”, protección y una verdad bella, aunque sea cruel y descorazonadora: no cabe la mentira.

Y en el Derecho tampoco cabe la mentira, cosa distinta es que como se dice popularmente, los abogados construimos nuestras propias verdades. Los poetas también lo hacemos.

¿Es la poesía un arma o un alma cargada de futuro? 

No concibo ningún alma sin arma. Y en estos tiempos pandémicos donde ya sí que nunca el futuro será lo que era, la poesía tiene que ser un arma que alimenta el alma.

En mi caso tiendo a leer algo de poesía todas las semanas: hoy mismo antes de contestarte esta entrevista me acerqué a Machado, por eso hemos comenzado la entrevista de ese modo, y como siempre su humanidad y su cercanía me ha dado argumentos para pensar que, volviendo a unas relaciones más cercanas entre todos, y con la naturaleza que nos rodea, sus Campos de Castilla, tendremos armas para que nuestra alma afronte un futuro que pinta de angustia.

De la poesía al teatro, ¿qué representa para ti y qué papel juega el teatro en tu vida?

Al teatro sí que he llegado tarde… pero me ha enganchado definitivamente. Yo he sido esencialmente cinéfilo desde que a los quince años me hice socio de un cine club con debate incorporado. También he sido, soy, un poco desmedido con la música, promediando entre quince y veinte conciertos al año de géneros muy diversos y comprando música compulsivamente, pero me acerqué al teatro cuando tuve la oportunidad de conocer gente, hoy grandes amigos, muy ligados a esa aventura vital escénica por razones familiares y profesionales… y me enganché al conocer un mundo tan frágil y tan fuerte, tan de verdad en su forma de trasladarnos las urgencias de la vida: es el arte escénico mas a flor de piel que conozco, y no me canso de verlo, pero sobre todo de escuchar a los que participan de su magia como confunden textos y vida, su propia vida, nuestra vida y los textos de los autores, consagrados, o no, y están tan cerca de diagnosticar la certeza de los conflictos humanos. 

¿Qué es más arriesgado ser promotor inmobiliario o cultural?

Lamentablemente la industria cultural es tan frágil que casi ni implica riesgo económico. Es un gran hándicap de nuestro país la inexistencia de una verdadera industria del “entertainment”. Las cifras económicas que se mueven, comparadas con cualquier otra actividad empresarial, no permiten el impulso real de la cultura y de que esta se transmita y llegue como debe llegar a todos. Y hablo de toda la escena cultural: conciertos, teatro, cine, pintura, escultura… Tengo amigos en todos esos sectores y su vida económica está entre el suspiro y el “ay” continuo. Una pena.

¿Qué es más difícil, interpretar un papel o interpretar una ley?

Toda interpretación es un arte y necesita una técnica, pero sin duda una interpretación teatral conlleva una carga de emoción y transmisión que seguro que lo hace más difícil que interpretar una ley. Aunque, en algunos casos, la balanza puede equilibrarse por la falta de sentido común que hay al interpretar las leyes, lo que hace que la dificultad se incremente exponencialmente. Así que, como decía al principio, toda interpretación es un arte.

¿Es importante una buena dosis de teatralidad cara a la galería?

Si vas a hacer algo de cara a la galería, no lo hagas… ni siquiera teatro. Y lo mejor que se puede hacer con aquellos que van de “cara a la galería” es enviarlos a galeras a remar. 

¿Hay que pasar hambre para ser poeta o se puede disfrutar también de una buena mesa?

Nunca hay que pasar hambre… que ya lo juró Escarlet O´Hara, y una buena mesa siempre es inspiradora. La fortuna de los poetas siempre fue la fortuna de los demás, si a ellos les va bien, a todos nos ira bien.

¿Cómo se disfruta más, leyendo una sentencia o una buena novela?

Son placeres absolutamente distintos. Si lo que cae en tus manos para leer es una buena sentencia, que además es sobre un caso que has ganado nos vamos a empezar a mover en los placeres de los actos impuros. Una buena novela te lleva por los caminos de los placeres río: sinuosos y de largo recorrido. Un buen verso es un halo de placer que perdura en la memoria. Lo bueno, en todo caso, es el placer.

¿Además de la toga se suele tener un pensamiento más bien uniforme en la profesión?

Decía un viejo chiste que hacía tanto frío en Nueva York que hasta los abogados llevaban las manos en sus propios bolsillos. En una película de Manuel Ozores, interpretando a un abogado, había una escena en que se debatía sobre la propiedad de un ternero, en concreto se debatía si el dueño del ternero sería del dueño de la vaca o del dueño del terreno donde parió la vaca, la conclusión final de  el abogado fue que lo que no sabían ni uno, ni otro es que el ternero sería del propio abogado.

La profesión de la abogacía tiene múltiples retos, y el primero es el de su definición a futuro: debe definir dónde situarse en un mundo hiper-regulado, sujeto a continuo conflicto. Ser parte o ser “voyeur”.

Yo creo que la abogacía debe ser parte de la solución de los retos de convivencia que se nos avecinan. La abogacía no puede ser un agente autónomo que trabaja por un precio cierto, no puede ser un mero agente mediador, no puede tener condición de mero espectador, no cabe limitarse a ser el defensor o el acusador de una parte y seguir rutinariamente del despacho al juzgado y del juzgado al despacho. 

Así que creo que deberemos colgar las togas que todavía calzamos, y ser togados ex novo como colaboradores necesarios de una administración de justicia más ágil, más cercana y más solvente para el ciudadano.

¿Hay espacio en la narrativa para contar una buena historia como la del escritor Pierre Lemaitre en Recursos Inhumanos?

Magnífica novela y magnífica serie. Hay espacio para ello y mucho más. Todo conflicto laboral va más allá de los límites de la propia empresa.

Si nos posicionamos del lado de las personas trabajadoras, el conflicto afecta de un modo directo a su vida y a las de sus familias: la pérdida del puesto de trabajo, la reducción del salario, la modificación del horario afecta no solo a la persona trabajadora en concreto, sino a todo su entorno personal, familia y amigos. 

Tengo infinidad de momentos en la memoria de reuniones en mesas de negociación de reestructuraciones, pero especialmente recuerdo una en la que después de exponer por nuestra parte (la parte empresarial) las dificultades de poder seguir en el mercado por la bajada de la actividad y los precios, y que era necesario ajustar plantilla y salarios, un trabajador me respondió: “Me está usted diciendo que para que ustedes puedan seguir en el mercado, yo no puedo entrar en el supermercado a comprar comida a mis hijos, ¿es así?”. Estuvimos en silencio un largo minuto, y pedimos un receso. Al cabo de los días llegamos a un acuerdo, pero la frase me persigue.

Y quiero decir con lo anterior, que la dificultad de abordar una materia tan delicada desde el punto de vista de la ficción es que creo que nunca se va a poder reflejar la cruda realidad de un conflicto laboral: no hay solución buena nunca, pero hay solución posible siempre. Y además no se puede ser neutral: ser neutral solo es cuestión de suizos, y todos sabemos que un “suizo” es un bollo con azúcar por encima, lo que al final denota riesgo de diabetes.

¿Cómo se presenta la ocasión de promover una obra como la de Lehman Brothers, uno de los grandes éxitos aún en cartelera?

Que se nos diera la oportunidad de poder ayudar a “Barco Pirata”, la productora de Sergio Peris Mencheta y Nuria Moreno, a poner en marcha “Lehman Brothers” ha sido una de las grandes satisfacciones que hemos recibido en nuestra vinculación al mundo del teatro.

Mi mujer, Amaia, y yo venimos ayudando desde hace unos años a nuestros amigos del mundo del teatro, incorporándonos a sus proyectos como productores asociados, y en esa condición, hace dos años y medio, Nuria y Sergio nos presentaron ese proyecto: la vida de los Lehman Brothers de Stefano Massini convertido en un musical de tres horas, realizado por seis actores que protagonizan 150 personajes aproximadamente. Al mismo tiempo, San Mendes estrenaba su versión en Londres con tres actores en una versión mucho más fiel al texto, encerrados en una urna de cristal acompañados por un piano. 

Nos pareció que merecía la pena apostar de nuevo por un proyecto rupturista, diferente, de una calidad técnica espectacular, al que se estaban embarcando grandes nombres de la escena teatral y un colectivo de actores con capacidades extraordinarias. Nadie garantizaba nada, pero la oportunidad era única… y eran amigos. Así que nos subimos al barco pirata de unos amigos, sin más.

Y lo demás es historia: cerramos este mes de septiembre la tercera temporada en Madrid, después de pasear por toda España durante dos años.

Y aprovecho para mencionar nuestro último proyecto: Mariana Pineda, dirigida por Javier Hernández Simón, y protagonizada por Laia Marull, que estará, si la pandemia lo permite, en el Teatro Español de Madrid en enero, y anda por el resto de España otra vez estos días. El que pueda que vaya a verla porque es uno de los grandes lujos del año teatral.

Y ahí estamos por lo mismo: pasión por los amigos y el teatro.

¿Qué representa el fútbol en tu vida?

Como dice mi perfil de Twitter: “Abogado. Poesía, teatro y música acompañan. Lo de la religión lo resuelvo con el Atleti”. Pue eso.

Y además, como ya sabéis, mi otra faceta profesional es el Derecho deportivo, donde obtengo otro placer profesional diferente, pero que no me priva de disfrutar del fútbol, tanto como jugador aficionado muchos años, como consumidor habitual de partidos de fútbol.

¿Está reñido con la cultura?

Nada está reñido con la cultura. Matizo: solo están reñidos con la cultura aquellos que quieren “monopolizar” e “intelectualizar” el hecho cultural y alejarla de la gente, pero eso es otro debate.

Y el fútbol, que es una de las mayores manifestaciones populares del siglo XX y nuestro siglo actual, está ligada a la cultura de los pueblos, de las ciudades, de las naciones, porque representa un sentimiento identitario e inclusivo alrededor de un hecho deportivo que solo por su forma de manifestarse enraíza con la cultura de esas ciudades y esas naciones. Y todo ello a pesar de su desnaturalización y mercantilización actual, pero eso también es otra historia.

La experiencia profesional en el mundo del Derecho deportivo me ha llevado por medio mundo, y os puedo decir que en lugares como Latinoamérica o África, el factor cultural, social y político del fútbol es tan relevante, como lo es su componente económico en Europa o Asia. Y si está en la vida social y económica, está en la cultura.

¿Ser seguidor de un equipo es una profesión… de fe?

Recuerdo la maravillosa “El secreto de sus ojos”, cuando Guillermo Francella en su investigación sobre el posible paradero del violador asesino tras la lectura de sus cartas, le dice a Ricardo Darín algo parecido a lo siguiente: “Se puede cambiar de trabajo, se puede cambiar de ciudad, se puede cambiar de novia y de mujer… pero no se puede cambiar de tu verdadera pasión, de tu equipo de fútbol (…)” . El del asesino era el Rácing de Avellaneda, y allá se fueron a buscarle y lo encontraron.  Yo luego en una de mis visitas a Buenos Aires también fui al estadio de Rácing.

Efectivamente, el fútbol entendido de este modo es un acto de fe. En mi caso, Atlético irredento, mi padre me regaló con tres, cuatro años unas botas de fútbol y una equipación del Atlético de Madrid con el numero 2, que entonces llevaba Melo, jugador que le gustaba… y cincuenta años después seguimos de “rojiblanco” sin saber muy bien por qué, pero consciente de que no solo forma parte de mi ocio, sino de muchos momentos de mi vida con familia y amigos: coraje y corazón.

En este cuestionario que me haces para mí es una auténtica tortura: es imposible que yo elija solo una opción sobre cualquiera de las cuestiones planteadas, me lo impide mi “poliedrismo”: soy incapaz de elegir algo único, por lo que lo que lo voy a hacer modo “flash”, lo que me permitirá mañana poder cambiar de opinión si me vuelves a preguntar.

Un poeta y una poesía

Dos poetas: 

  • Ángel González
  • E.E. Cummings

Dos poemas:

  • “Y la muerte no tendrá señorío”, de Dylan Thomas.
  • “Completamente viernes”, de Luis García Montero 

Un dramaturgo y una obra de teatro

Dos dramaturgos:

  • Lorca
  • Shakespeare

Dos obras:

  • El Mercader de Venecia
  • Lheman Trilogy

Un cineasta y una película

Esto es diabólico; si me haces esta pregunta diez veces mas, te contesto diez veces diferente.

Directores:

  • John Ford
  • Billy Wilder

Películas:

  • Centauros del desierto, John Ford
  • Tú y yo, Leo McCarey, versión de Cary Grant y Deborah Kerr
  • Jennie, Williem Diterle

Un músico y una canción

Esto tiende a lo imposible, te diría un nombre por cada género musical y década desde 1950, así que vamos a ponernos tipo “grouppie”:

Banda: Wilco
Músico: Antonio vega

Canciones:

  • Impossible Germany, de Wilco
  • The North Country Girl, de Bob Dylan
  • Paranoid Android. En dos versiones: la de Radiohead y la de Brand Meldau. 

Un compositor y una sinfonía

Bethoven y la novena.

Una corriente de pensamiento y un pensador

Marxismo, Karl Marx
Existencialismo, Sartre

Un arquitecto y una ciudad

Una ciudad, tiene que ser mi ciudad: Madrid.
Un arquitecto: Frank Gehry.

Un pintor y un cuadro

Velázquez.
Guernica, Picasso.

Un cocinero y un plato 

Un cocinero tiene que ser mi amigo Iñaki Camba, que siempre me da muy bien de comer.

Otro cocinero, donde mejor he comido recientemente: Ángel León, en su restaurante Aponiente.

Un plato: cocido madrileño.

Una experiencia inolvidable

Ver cómo han ido creciendo y desarrollándose mis tres hijos (ya todos mayores) como las tres buenas personas que son, sensibles, respetuosos con los demás, solidarios, críticos, positivos ante la adversidad y valientes creo que hasta la fecha es mi experiencia más inolvidable. 

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