JAVIER CANTERA
Una vida llena de lecturas y… aventuras
Javier Cantera, palentino de nacimiento y también de vocación, y yo, nos conocimos hace bastantes años, tantos como para no tratar de ponerle fecha. Nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestras carreras y le he tenido siempre un gran respeto profesional. Lector infatigable, su biblioteca de más de 15.000 libros dice mucho de su capacidad no solo de integrar conocimiento, sino de la variedad del mismo, como podemos comprobar en sus siempre interesantes publicaciones. Pero, entre tanta lectura, no podíamos imaginar que Tintín fuese una de sus preferidas fuera de su ámbito profesional. Es este aspecto el que me ha llamado la atención, pues creo que es una muestra de esa curiosidad permanente del niño que llevamos dentro.
¿Ser palentino imprime carácter?
A todo el mundo le imprime carácter su tierra y sus orígenes, en mi caso, Palencia me ha dotado de un enorme simbolismo personal. Por tres razones:
1. Austeridad: ser de una tierra de carencias me ha hecho más “disfrutón” de lo que tengo en la vida sin querer falsos oropeles.
2. Humildad: para saber que no somos más que una persona normal con mucha ambición, pero aceptando la relatividad de tu valía.
3. Practicidad: ya que solo lo que es sencillo y útil merece la pena desarrollarlo. En mí es una nota característica porque vivo esta forma de ser pragmático con una enorme sonrisa, la cual expresa mi felicidad al disfrutar de los detalles del día a día sin creerme nada y haciendo que las cosas sucedan.
¿Cuáles fueron las primeras lecturas de tu infancia?
En aquella aldea de Palencia de mis orígenes pasaba tres meses de veraneo donde me “engullí” a Julio Verne, Emilio Salgari y, cómo no, a mi Tintín. Tengo algunos cómics de Tintín que releía mil veces y con mis amigos vivimos sus aventuras como propias. Todavía recuerdo subir la “Cuesta Pelona” de mi aldea como si fuese el Tíbet.
¿Comprabas TBOs o novelas de aventuras?
Mis padres, que tenían una tienda en Madrid, se quedaban en esta ciudad todo el verano. No tenían vacaciones, solamente cinco días para las fiestas del pueblo, y por su culpabilidad y mi voraz lectura me compraban multitud de cómics (Tintín, Mortadelo y Filemón, Asterix), y además mi abuelo todas las semanas me compraba en Saldaña aquellos libros de Bruguera, de Salgari y Julio Verne.
¿Cuáles son tus preferidas?
Me gustaban las aventuras, pero sobre todo, donde había grupos de amigos. Me encantaba contar mis lecturas en el banco de la aldea por las noches a mis amigos del pueblo que habían estado trabajando en el campo todo el día. Mi trabajo era leer para contarles aventuras y los modernos, dirían que hacía storytelling, y simplemente era feliz contando historias.
¿Cuándo empieza tu afición por la lectura Tintín?
Recuerdo cuando llegó el hombre a la luna, yo estaba leyendo a Tintín en Aterrizaje en la Luna, y a mis 9 años le decía a mis amigos lo que se iba a encontrar la NASA en la luna. Recuerdo que en 1970 tenía todos los libros de Tintín y escogía cada día uno para profundizar en su conocimiento. Cuando iba al río a pescar solía llevar Stock de coque, cuando iba a leer en el alto de la torre de la iglesia me llevaba el Cetro de Ottokar, y cuando iba a una fiesta llevaba Las joyas de la Castafiore.
¿Cuánto de ese espíritu aventurero llevas dentro?
A mí no me gustaban solo las aventuras, sino dos cosas que para mi expresaba Tintín: la amistad y el optimismo. Referente a la amistad, yo decía siempre que Tintín hacía lo que hiciera falta por un amigo. De hecho, recuerdo que me sentí como él un día en la fiesta de un pueblo de al lado (enemigos acérrimos), en la que a uno de mi pueblo le estaban pegando y conseguí unir a todos para rescatarlo de la pelea.
Y, en cuanto al optimismo, Tintín me motivaba todos los días, y aún hoy me levanto pensando cómo puedo hacer cada día cosas distintas e interesantes.
¿Tintín y el capitán Haddock tiene algo de Don Quijote y Sancho Panza?
Tintín y el Capitán Haddock es una pareja que expresa, como Don Quijote y Sancho Panza, la eterna lucha entre lo racional y lo emocional, entre lo ideal y lo real, entre lo nuevo y lo viejo. E incluso, como la vida misma, asumen el valor contrario a su imagen, como por ejemplo, la ferocidad del Capitán Haddock y sus luminosas lágrimas frente a la pobreza o el raciocinio de Tintín bajo buenas formas y su agresividad frente a la maldad.
Yo creo que Sherlock Holmes y Doctor Watson, Mortadelo y Filemón, etc., reflejan la diversidad humana. El yo mismo y la otredad, como diría Jacques Lacan, es la dinámica entre Tintín y el Capitan Haddock y, sin olvidar a los secundarios, los cuales enmarcan la locura científica del Profesor Tornasol y la torpeza de Hernández y Fernández.
Tintín es una obra totémica del espíritu europeo y tan universal como nuestro querido Don Quijote. Por cierto, que fue mi lectura de los 11 años y, desde entonces, siempre he tenido a mano un Don Quijote, hasta fue un regalo a los asistentes de mi boda.
¿Qué aventura te hubiese gustado compartir con Tintín?
Sin duda Tintín en el Tíbet, la primera vez que fui a una estación de esquí en Madrid con mi tío Ángel, me sentí como Tintín en el Tibet. ¿Por qué me gustó? Por su concepto de la amistad: Tintín va al Tibet porque sueña que su amigo está en peligro y arrastra al Capitán Haddock hasta encontrarse con el Yeti. Cuando vi mi primer oso, en la montaña palentina años después, creía haber visto el Yeti. Además, es una aventura total porque incluso me hizo interesarme por la cultura mística y practicar la levitación, con los correspondientes porrazos, en la sacristía haciendo de monaguillo.
¿Qué representan Hernández y Fernández?
Hernández y Fernández es el orden mal entendido, la torpeza burocrática, el sinsentido de la aplicación de la ley a rajatabla y lo inoportuno como elemento humorístico. Cuando identifiqué a dos curas de mi pueblo como Hernández y Fernández, me gané un coscorrón de mi beata abuela.
¿Qué papel representa la cantante lírica la Castafiore?
La Castafiore representa lo mundano, lo superficial, lo no auténtico. Y en la obra maestra Las joyas de la Castafiore se refleja la banalidad de la fama y lo vacío que puede ser la imagen externa. Me sirvió como “ideal-tipo” de impostura que tanto identifiqué en mi juventud en Madrid.
A los detractores de Tintín… ¿qué les dirías?
Una obra universal tiene que tener detractores porque sino no es universal. Las críticas ideológicas son ucronías, porque en aquella época se tenía una cosmovisión diferente como tenía Hergé. Y sobre su orientación sexual, a mi temprana edad no me resultaba importante y no buscaba cinco pies al gato. Precisamente, la inexistencia de perfiles femeninos me hizo pensar que una chica era igual que un chico, y por ello visualizaba modelos de chicas activas, aventureras y proactivas y no modelos tradicionales de mujer.
¿Podemos anular el ayer con las claves del hoy?
Sin duda, no se pueden hacer juicios atemporales. Toda afirmación es deudora del tiempo cuando se hace. Valorar Tintín en el Congo con la visión actual es absurdo, al igual que evaluar a Don Quijote sin conocer el valor de las novelas de caballería. Lo importante son los valores que transmite, los cuales lo convierten en un personaje universal, y sino, ¿por qué después de tantos años tanta gente sigue leyendo a Tintín?
Si perdemos la curiosidad… ¿qué les dirías?
Otra de mis debilidades es Leonardo Da Vinci, de hecho, se lo tuve que explicar a mis amigos cuando tenía 14 años y me disfracé de él. Leonardo es el rey de la curiosidad (curiositá), y para mí esta es una actitud vital que me incitó Tintín y que pude ver reflejada en Leonardo. De hecho, en mi primer año estudiando Psicología me preguntaron qué quería ser de mayor, y yo dije: un polímata psicológico, tomando el término de Leonardo, porque quería ser un eterno curioso de la psicología.
Cuando perdemos la inocencia o la ilusión… ¿qué nos queda?
La ilusión surge de tu actitud positiva de la vida, mi padre, que tanto me influyó, me decía: “Hijo hay que acostarse muy cansado de vivir el día”. Y yo le preguntaba: “¿Por qué?”. A lo que él me contestaba: “Para tener más ilusión cuando te despiertes el día siguiente”. Tener ilusión es vivir la vida como si fuese el último día y la inocencia es el inicio de tu saber. Para ser inocente hay que saber ser persona. Todavía soy inocente en muchas ocasiones, y eso me encanta, porque pienso que la visión de ser experto te hace no ser tan creativo.
Si perdemos la capacidad de soñar, de imaginar nuevos mundos… ¿en qué se transforma el nuestro?
La humildad palentina no está reñida con la ambición y la capacidad de soñar. De hecho, yo les digo de manera jocosa a mis hijos que hay que ser el mejor humilde. Soñar con ser algo más es empezar a cambiar tu realidad. Tintín me enseñó a soñar, pero, ante todo, a conseguir mis sueños. No querer salvar a Chang en el Tíbet, sino salvarle. Los nuevos mundos son tus propios mundos con una nueva mirada.
Cuando adquirimos el “uso de razón” y entramos en la edad adulta… ¿usamos más la razón que la pasión?
Ser adulto es un proceso menos brusco, si desde pequeño has pensado y observado a los adultos. Como aprendí de mi abuelo, que me dijo lo importante de querer tener nuevos amigos, como aprendí de mi padre lo importante de la palabra dada, como aprendí de mi primera novia a querer ser mejor. No existe razón sin pasión ni pasión con razón. Y creo que Tintín nos lo enseña y, además, agrega que lo único que merece la pena de la vida es querer ser bueno.
¿Te han gustado o decepcionado las películas de Tintín?
Yo me planteo las películas como otros cómics más, tanto las históricas, rodadas algunas en España en los años 60, como las de dibujos animados no son los cómics sino versiones de estos. Las últimas películas americanas son una recreación de autor con mentalidad americana y lejana del perfume europeo de los cómics.
¿Por qué es tan complicado construir un relato creativo y educativo para la formación de adultos?
La formación de adultos tiene que ver con la capacidad de querer cambiar. Aprender empieza por tener curiosidad. Y el aprendizaje continuo que implica esta sociedad supone aceptar el cambio a través de tu capacidad de aprendizaje. El relato de la formación consiste en hacerse dos preguntas:
(1) ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?
(2) ¿Qué has aprendido en el día de hoy?
Si a ambas no tenemos respuesta clara, tenemos un problema Houston.
A Groucho Marx se le atribuye la frase: “Nunca pertenecería a un club que admitiese como socio a alguien como yo”. ¿A quién no admitirías en tu club de fans de Tintín?
Tintín admite a todo el mundo, y a Groucho Marx le daría el puesto de presidente del Comité de Admisión. Es universal y no excluyente de naturaleza. Si es verdad que las ideas totalitarias no van con el espíritu de Tintín, pero quien no tolera otras ideas no es un buen Tintinólogo. Tintín representa la democracia europea frente a la imagen americana, al dirigismo chino y a las falacias históricas del comunismo.
¿En qué aventuras profesionales estás metido?
Profesionalmente tengo tres aventuras:
1. Ayudar a crear el primer grupo español de firmas profesionales, llamado Auren, donde me he encontrado un nicho estupendo donde integrar BLC, la empresa que creé hace ventitantos años. Ser parte de esta catedral que estamos creando es un orgullo. Por su cultura y por su gente es un verdadero disfrute diario.
2. Crear una obra social interesante en la Fundación Personas y Empresas, donde voy a invertir mi tiempo futuro, realizando un voluntariado social e instaurando un foro de pensamiento sobre las personas y las empresas.
3. Ahondar en el conocimiento de la Psicología científica para ayudar a las personas y las empresas. Con acciones como el think tank que acabamos de montar en el Colegio Oficial de Psicología.
¿Y personales?
Personalmente sigo trabajando intelectualmente en mi guarida rodeado de libros como hizo mi querido Montaigne, y luchando por ser feliz cada día. No merece la pena no ser feliz ni un día. Ver evolucionar a mi familia y estar rodeado de amigos todos los días. Y cómo no, devolver a Palencia lo que me dio, alegrías sociales, desde la Plataforma de Directivos y Empresarios Palentinos.
Lecturas que te han marcado
Leo y seguiré leyendo bastantes libros. Tengo la manía de intentar leer un libro al día, es como mi dieta. Leyendo abro cada vez más la mente. No me gusta citar autores porque acabas en una mitomanía poco realista. Me gusta mucho leer psicología, novelas (incluso románticas), leer ensayos filosóficos y mucha divulgación científica, leer es para vivir y vivir para leer.
Momentos que te han conmovido especialmente
Todos tenemos momentos de superación. Esta crisis es un momento de crecimiento personal y social. Pero creo que lo importante no es el momento sino el aprendizaje que te hace crecer. Ser viudo a los 37 años, ser padre de cuatro hijos, de enorme dispersión (padre eterno), ser empresario (haber creado muchas empresas), ser pregonero de tu pueblo (Saldaña) y de Palencia, etc. Pero todo ello se resume en disfrutar estos momentos.
Personas que han sido importantes en tu vida
Mi padre, mi hacedor vital. Mi abuelo, mi incitador emprendedor, y mi multitud de maestros vitales que me han acompañado y me acompañan. Soy humano por tanto tengo que aprender de todas las personas que me rodean.
Influencias que han sido determinantes
Yo me defino como Palentino (me ha influido mucho mi tierra), psicólogo (fue básico encontrar mi vocación), empresario (creé mi primera empresa con 19 años), leonardino (amo la curiosidad de saber cosas nuevas) y tintinólogo (me encanta hablar y discutir de Tintín). Y todo ello para qué, para ser mejor persona. Ojalá cada día fuese más bueno para la sociedad y para mis congéneres.
Experiencias de las que has aprendido
Toda experiencia debe reflexionarse en claves de aprendizaje. Yo creo que en mi vida anterior he aprendido de multitud de maestros y de multitud de momentos, y en el futuro seguiré aprendiendo porque estoy totalmente abierto al cambio. En cuanto a experiencias pasadas de las que he aprendido son múltiples como el ser buen estudiante y elegir psicología como carrera; tener un cargo en el Ejército durante la mili, y no querer ser militar; ser psicólogo en una empresa como Telefónica; ser director de Recursos Humanos a los 31 años; quedarme viudo a los 37 años; volverme a casar a los 40 años; tener hijos a los 50 años, etc. Pero, ante todo, como decía Pablo Neruda: “Confieso que he vivido… y de aquí al infinito”.
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