JAIME PEREIRA
Un gran profesional,
que nos es muy familiar.
Debe ser verdad eso de que los extremos se tocan, porque Jaime y yo somos tan diferentes en tantas y tantas cosas que, lejos de alejarnos, la curiosidad por conocernos, por empezar a descubrir los valores y principios de cada uno, por conversar sin pretender convertir, por escuchar al otro y no hacer oídos sordos a sus argumentos, por saber apreciar las virtudes y excusar los defectos, por dejar de lado las ideologías sin dejar de defender las creencias… Por todo ello nos hemos ido acercando y nos hemos vuelto inseparables. Como el yin y el yang.
Jaime ha sabido salir del mundo empresarial para dedicarse enteramente a las personas. A las suyas, desde siempre, porque va en sus valores que son numerosos, como los de su familia. A través de sus conferencias, charlas, consejos, voluntariado y otras actividades, dedicándose en cuerpo y alma a los demás.
En Galicia un día yo…
…escuché una vieja historia en un café… Sí, en un café junto al puerto, allí donde los mayores juegan al domino mientras que los marineros preparan las nasas para ir al pulpo. Allí paso grandes momentos con mis amigos contándonos las historias del invierno u otras viejas aventuras. Allí donde un abuelo está junto al hogar, habla y me sonríe…
¿Es la morriña un estado del alma?
Sin duda. Es algo difícil de explicar. Es algo que llevas contigo, algo que te identifica con sus gentes, sus campos, sus mares, su lluvia… Yo ahora paso, entre unas cosas y otras, más de cuatro meses en Galicia, y cuando regreso a Madrid me cuesta mucho olvidar los momentos vividos junto al Valle Miñor. Galicia engancha pero, si además llevas su sangre en las venas la haces parte de tu vida, la conviertes en “miña terra” …
¿Es fácil conciliar vida laboral y familiar o aún nos queda mucho por hacer?
No, no es fácil. Es un tema que yo trabajé muy intensamente hace unos cuantos años. Siempre pensé, y sigo pensando, que familia y trabajo no son dos realidades ajenas la una de la otra. La familia te motiva para trabajar y el trabajo te da razones para querer cada día más a tu familia. Hoy hay mucho marketing sobre el tema, demasiados premios para algo que debería ser normal. Pero no solo las empresas son culpables de una mala conciliación, también lo somos cada uno de nosotros al no saber priorizar lo que de verdad es importante en nuestra vida.
Y una familia tan numerosa como la tuya… ¿cómo se concilia?
Pues con una familia numerosa como la mía, seis hijos, se concilia mucho mejor. Por dos razones: 1ª .- Porque los hijos se hacen más responsables y los mayores se preocupan más por los pequeños. Te facilitan la labor. 2º.- Porque estás deseando llegar a casa para compartir penas y alegrías. Ahora que ya todos volaron del nido, echo de menos esas cenas en las que se hablaba de todo. Una familia numerosa es la mejor escuela de negocios, los hijos aprenden a tomar decisiones, trabajar en equipo, negociar, resolver conflictos… Como decía un jefe, si después de ocho horas de trabajo no estás cansado es que no ha trabajado, y si estás cansado, ¿qué haces? Irte con los tuyos que te esperan con los brazos abiertos. Ya sabes, las casas se construyen con ladrillos, los hogares con valores…
Cuando hablamos de experiencia profesional nos referimos a lugares en los que hemos trabajado, pero cuando hablamos de experiencias… ¿a qué nos referimos?
Nos referimos a realidades vividas. Esas que te han enseñado lo que debes hacer y no hacer. Los lugares de trabajo pueden ser muy llamativos a la hora de buscar empleo, pero la experiencia que has acuñado a base de sudor y lágrimas no la enseñan en ninguna universidad y es la que de verdad vale. Un curso de gestión del tiempo es muy bonito y se vende bien, pero gestionar el tiempo no se aprende en un aula.
¿De qué aprendemos más?
Algunos dicen que de lo errores. Hay muchas empresas y directivos que presumen de que sus empleados se equivoquen, porque según ellos es una fuente de aprendizaje que da paso a la innovación. No lo pongo en duda, pero yo prefiero aprender de los éxitos, ellos me llevan a intentar hacerlo cada vez mejor. Me gusta poner el listón alto.
¿De quién aprendemos más y mejor?
Yo intento aprender de todos los que están a mi alrededor. Cuando viajo en un transporte público o voy por la calle, me voy fijando mucho en la gente, en lo que hablan, visten, leen… A veces, de esas observaciones salen ideas.
Tener un buen maestro es el ideal. Si tu jefe, además de darte ordenes, te enseña, eres un privilegiado. Los niños son una fuente de sabiduría. Yo ahora con mis nietos lo paso en grande porque me ayudan a ver con otra perspectiva.
¿De qué estamos más necesitados hoy, de coaches, de psicólogos o de confesores?
El ideal sería encontrar un cura que además sea psicólogo y coach. Yo tuve hace unos años un coach que era sacerdote y no te puedes ni imaginar lo muchísimo que me ayudó. Le visitaba con mucha frecuencia, a veces todas las semanas… Desgraciadamente falleció y me quedé como un poco huérfano. Necesitamos que nos escuchen. El ser humano tiene cantidad de respuestas para preguntas que nunca le han hecho. Hoy, en la sociedad actual, tenemos un problema de soledad. El Reino Unido ha creado el Ministerio de la Soledad…
Hoy se editan libros de autoayuda para casi todo, pero a ti, ¿qué fue lo que más te ayudó en la vida?
Hay mucha banalidad en los libros de autoayuda, aunque hay algunos que merecen la pena. Yo al que escribe ese tipo de libros, al menos, le doy el mérito de haberlo podido publicar, cosa que no es fácil. Mi mayor fuente de aprendizaje han sido mis colaboradores. He tenido equipos fuera de serie. Te podría dar nombres, pero prefiero no hacerlo…
Dicen que solo los necios no cambian de opinión pero, ¿cambiamos por convicción o por necesidad?
En los tiempos actuales se cambia por ambición de poder. El poder, si no eres coherente con unos valores, puede ser muy peligroso. Yo he visto mucho “trepa” a lo largo de mi vida profesional, esas personas que en lugar de ver compañeros solo ven peldaños… El poder te puede hacer mejor persona, pero también te puede hundir.
Un cambio significativo en tu vida
El día que me casé. Sin duda fue el gran cambio de mi vida. Conocí a una gran mujer y me comprometí con ella para toda la vida. Ya llevamos casados 46 años y cada día estamos más a gusto. Nos sentimos muy orgullosos de haber formado una gran familia.
A nivel profesional, el gran cambio se produjo cuando pasé de El Corte Inglés a Unilever. Unilever, qué gran empresa… En ella viví los mejores momentos de mi vida laboral… Años inolvidables.
Sobre la fe… ¿en lo humano o en lo divino?
Creo profundamente en Dios, pero también creo en el hombre. No tendría sentido creer en Dios y no creer en el hombre. Mis convicciones me han llevado toda mi vida al hombre, a la persona. No podría separar lo divino de lo humano porque creo que son inseparables. Razón y fe son compatibles.
Sobre la esperanza… ¿de vida o en la vida?
Pues hombre, me gustaría vivir mucho y hacerlo con calidad, pero me importa más tener esperanza en la vida. Soy creyente y eso me hace tener esperanza. No concibo una vida que acabe en la incineradora. Yo tengo esperanza y por ello y para ello vivo.
Sobre la caridad, si empieza por uno mismo… ¿dónde acaba?
Uff… la caridad. Estamos viendo cada día que la caridad se convierte en «poses» para salir en los medios. En la Biblia se puede leer: “lo que haga tu mano derecha que no lo sepa la izquierda”. La sociedad actual es muy dada a gestos que son más ideológicos que caritativos. La responsabilidad social, el “falso ecologismo”, la conciliación… son maneras de encubrir otras cosas. Pero lo más importante de la caridad no es dar sino darse.
¿Aceptamos la diferencia o practicamos más la indiferencia?
Pues yo creo que a pesar de que se habla mucho de diferencia somos algo reacios a la hora de practicarla. Aceptar el punto de vista del otro cuesta. Imponer el mío es más fácil. En cuanto a la palabra indiferencia, me gustaría que no estuviera en el diccionario, pues ello indica que aún seguimos pasando de mucha gente, de situaciones, de acontecimientos que no nos deberían dejar indiferentes. No hay nada peor que pasar por la vida sin dejar poso. La indiferencia es inaceptable.
A tu juicio, ¿juzgamos más por la autenticidad que por las apariencias?
Vivimos la era del postureo. Para muchos, una buena imagen vale más que mil palabras. Tengo la sensación de que juzgamos y nos juzgan más por las apariencias que por lo que de verdad somos. La autenticidad se puede valorar cuando ya conoces a una persona. Una persona auténtica es la que no da gato por liebre, es aquella con la que te irías a cualquier parte del mundo sin pensarlo. Es la que cumple lo que dice.
¿Es la soledad un estado permanente de tanta amistad en las redes?
Ya te he comentado anteriormente que un problema de la sociedad actual es la soledad. Hay mucha gente perdida, sola, abandonada y en alguna parte tienen que refugiarse y lo hacen en las redes sociales. Hay personas adictas a la soledad o, dicho en otras palabras, adictas a las redes sociales. En el fondo son esclavas de su propia situación. Se levantan y se acuestan con el móvil en la mano… Triste pero real. Esta adicción empieza a tratarse médicamente. Espero no caer…
No te arrepientes de…
…casi nada. He metido la pata muchas veces, pero de esas meteduras he sacado aprendizajes muy valiosos. La vida te enseña cada día…
Hubieses preferido…
…pues la verdad es que no lo sé. Tengo salud, una familia estupenda, amigos de verdad, ganas de trabajar, alegría. ¿Qué más puedo pedir? Estoy muy agradecido a lo que la vida me ha deparado.
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