ELENA DINESEN
Una persona con mucho mundo y sin fronteras profesionales
Con Elena me une una gran amistad cultivada a lo largo de los años, basada en la confianza y lealtad tanto en lo personal como en lo profesional. En lo profesional, porque siempre apostó por la comunicación interna para dar forma y visibilidad a los proyectos y tuvimos la suerte de compartir buenos y grandes momentos.
Si hablamos de talento, a Elena le sobra tanto que lo transmite a todo su entorno profesional y personal. Buena prueba de ello es el día que me presentó a su hija Blanca y tuvimos la suerte de contar con ella en el equipo de Ulises Comunicación. De tal palo tal astilla. Hoy aún la echamos de menos…
Si hablamos de inteligencia, Elena las tiene todas: desde la natural y cultivada hasta la emocional, sin olvidar la secreta en algún momento de su vida.
Y si alguien puede ser mejor ejemplo de experta en relaciones internacionales, Elena se lleva la palma porque es una trotamundos nata.
Eso de nacer en Japón tiene su punto, ¿no?
Las circunstancias de la vida, mis padres se conocieron allí, se casaron en San Sebastián y volvieron unos años más tarde. No se elige, pero sí hay un poso importante en mi familia de esa etapa. Mi madre había vivido toda su vida fuera de España con motivo de la carrera diplomática de su padre y mi padre, danés, trabajaba para Maersk en Tokyo.
Pasión danesa y sangre española… y el mundo en una caracola
Sin duda la educación y la cultura de los padres marcan mucho, y vivir en otros países también. Quizás es la mayor riqueza que mis hermanas y yo hayamos obtenido, de forma natural, y que quizás no valoramos hasta ser adultas. Mis padres se conocieron hablando inglés, cada uno hablaba 4-5 idiomas con fluidez, y eso marcó nuestra educación -afortunadamente-. Física e intelectualmente me considero una mezcla de ambas personalidades: organizada, ordenada, observadora, con afán de superación, positiva, creyente, apasionada por la diversidad, por conocer sitios y personas distintas, por el deporte, inconformista…
¿Cómo recuerdas tu vuelta a Madrid con todos los cambios que ello supuso?
Después de Tokyo, vivimos una temporada en Copenhague, donde tengo familia a la que trato con asiduidad y una abuela que podría haber sido un personaje de Hans Christian Andersen. De ahí a Madrid, colegio internacional, nunca sabíamos cuál sería el siguiente paso, deportes, idiomas, amigos entrañables hasta hoy, en lo que recuerdo como una infancia feliz. Mi madre regresa por fin a España, con sus hermanos, amigas, mis abuelos regresan de Tokyo, mi padre aprende español perfecto, se aficiona a la gastronomía, el clima, los toros, el golf… y en un principio parece que nos quedamos…
¿Lo de la adaptación al cambio es algo que también se inscribe en tus genes?
Cuando se habla de la “gestión del cambio” en nuestra profesión, con tanto respeto y boato, a veces me hace mucha gracia. El cambio, en mi opinión, es la mayor opción para crecer, para hacer autocrítica, segundas y terceras oportunidades de hacer las cosas mejor, la adrenalina del riesgo, la emoción de lo desconocido, el placer de haberlo logrado, o no, y el reto de volver a intentarlo…
A los 14 años haces las maletas y te vas a Londres. ¿Colegio público o privado?
Colegio de monjas católicas (minoría en UK), de chicas, sin ninguna española, buscado a conciencia. Pocas llamadas, porque “eran caras”, espera de cartas de casa, largas cartas de vuelta manuscritas, immersion británica incluidos la comida y los kilos. Te adaptas y terminas hablando en sueños en inglés, cada visita era “el día de Navidad”. Una etapa muy enriquecedora, supervivencia al máximo, compra clandestina de días de ducha, para bañarse todos los días. Deportes que solo se practican en UK y Australia, a 5º bajo cero, lloviendo, sin piedad.
Vuelves a Madrid para iniciar un nuevo viaje por la vida… la universitaria y la madrileña
Regreso a Madrid, empiezo la universidad con 17 años sin tener ninguna vocación definida: Económicas, Derecho, Industriales, Ciencias Políticas, Filosofía… Con mucha presión materna me decido por Filología moderna. A un grupo que veníamos del extranjero nos convalidan las asignaturas de idiomas y nos pasamos 2 años en el bar jugando al mus. Monto lo que sería hoy una “academia” de idiomas y empiezo a ganar dinero para tener independencia y decidir qué hacer los veranos. Viajes a Francia, Bélgica, Estados Unidos…
Acabas Filología, te haces un Madrid-Londres-Madrid y de ahí a la oposición
Termino Filología, obtengo una beca para trabajar en Londres un año, retomo mis amigas de internado, uno de los mejores años de postestudiante… Tengo claro que no me quiero dedicar a la docencia y me presento a unos exámenes que convocaba el Ministerio de Defensa para intérprete simultáneo a través de una amiga de la carrera, sin tener ni idea de donde me metía…
¿Cómo aterrizas en los Servicios de Inteligencia?
Pura casualidad. Resulta que era una tapadera y entro a trabajar en el CESID, hoy CNI. Tras un año como intérprete, me presento a unas oposiciones internas para Oficial de Inteligencia… y hasta ahí puedo hablar.
¿Qué significa ser una de las primeras mujeres en un mundo tan cerrado como el de los militares?
Tuve la enorme suerte de trabajar para un Teniente Coronel excepcional y con visión de futuro, que fue mi mentor. En aquellos tiempos, el 85% de la plantilla eran militares y hombres y del 15% civil, 3% mujeres, y de este, el 1.5% administrativas. El 1.5% éramos directivas, todo un reto, un ambiente un poco “opresivo” como dirían hoy, pero del que tengo mucho cariño, muchos amigos leales, que me han ayudado en más de una…
¿Cómo se vive esa experiencia? ¿Es tan novelesca como la relata Javier Marías en “Bella Isla”?
Tenemos unos Servicios de Inteligencia de primera. Yo era muy pardilla cuando empecé, conocí a profesionales con una auténtica vocación por la patria, con unos valores, nivel de compromiso y capacidad de sacrificio que no he visto en la empresa privada. Sin móviles, tu familia no podía saber dónde estabas. Yo solo informaba a mi padre que era como Tutankhamun y me daba tranquilidad. Me marcó mucho en el plano personal. Me chiflan las series y películas sobre estos temas, muchas reflejan la realidad de lo que transcurre en estos servicios.
Sales de ese mundo y te embarcas en la consultoría. ¿No te marea tanto cambio?
Me voy a vivir a Bruselas a trabajar para la OTAN. Me planteo mi vida en los próximos años y veo difícil encaje con el mundo civil si permanecía allí, por lo que solicito una excedencia y me incorporo en Consultoría. No se bien qué vieron en mí, pero me dieron la oportunidad. Absorbí todo lo bueno que tienen las Big Four, el ambiente de trabajo, la labor comercial, la metodología, el trabajo en equipo. Un mundo radicalmente distinto. Me casé con uno de los jefazos. Por aquel entonces, no se permitían matrimonios en la empresa, así que renuncié al puesto.
Con tu primera hija, Blanca, recién nacida, te apuntas al primer operador privado de telefonía. ¿Era de nuevo la llamada de la aventura?
A los 40 días de dar a luz me hacen una propuesta de incorporarme en el consorcio que obtuvo la licencia para montar la primera empresa de telefonía privada de España, Airtel. Fui el empleado 100, y cuando me marché éramos más de 8000. Me incorporo en el área de RH con un grupo de profesionales brillantes, que hoy día están liderando importantes empresas. Teníamos el reto de diseñar la organización desde una hoja en blanco: perfiles, planes de compensación, desarrollo, incentivos, cuadros de mando, políticas de todo tipo, desde cero… y tener la empresa en marcha para la 1ª llamada telefónica el 3 de octubre del 1995, en tan solo 3 meses. Fueron unos años apasionantes contratando a miles de personas, con un entorno de trabajo dinámico, en cambio constante. Airtel es adquirida por Vodafone y los ingleses empiezan a colonizar… por lo que me marcho a Newbury unos meses a trabajar en la integración del grupo, y en mi salsa.
De Vodafone a un nuevo reto en una compañía telco británica, Cable&Wireless, en la que durante 3 años me ocupo de fusiones y adquisiones en 21 empresas de Europa Continental, llevando además la dirección de RH de España y Portugal. Llega la crisis del sector telco en el 2003 y tenemos que reducir la empresa a un tercio. Día y noche con Comités de Empresa poco profesionales, negociaciones interminables, pinchazo de ruedas, anónimos… la otra parte desagradable de la gestión.
Y después a Microsoft. ¿Cerrando puertas para abrir ventanas?
Se abre una ventana de par en par, empresa moderna, con profesionales brillantes, me zambullo en la tecnología que ya había tocado en las telcos y descubro mi pasión. La casa de las oportunidades si las quieres, auténticamente cierto “the sky is the limit”. Después de llevar España y Portugal, un puesto Europeo y de ahí a Latinoamérica, basada en Miami.
Te instalaste en la ciudad de los gigantes. ¿Se te estaba quedando pequeño el mundo?
Tuve la enorme suerte de tener una mentora en la Corporación que me ayudó a dar el salto de continente. Pensaron: habla el idioma, conoce bien la casa y necesitamos orden, y para allá me marché. Ni onboarding ni nada para adaptarse a tanta cultura. Me encuentro supervisando más de 20 países, a cada cual más diverso, único, con una carga social e histórica enorme, economías volátiles y crisis permanentes. Me pongo a estudiar humildemente antes de cada viaje, gestionando el cambio con mucho respeto, escuchando, observando pero sin levantar el pie del acelerador. Me integro en el mundo latinoamericano para aprovechar bien mi tiempo y disfrutar de este tren que, de nuevo, pasaba solo una vez. Mi mejor experiencia profesional sin duda hasta la fecha. Muy agradecida a los que confiaron, me apoyaron y conocí, que hoy forman parte de lo mas íntimo de mi vida. Me certifico como Coach, a ver si me entiendo de una vez.
De ahí, me ofrecen irme a la Corporación en Seattle otros 5 años, pero la lluvia y la distancia de mi madre viuda me pesa y al mismo tiempo, me ofrecen una posición en Madrid.
Y de ahí a SACYR para aterrizar en American Express en pleno BREXIT
Me incorporo en Sacyr como Directora General de RH, en un sector nuevo con el proyecto de liderar, junto con otro compañero, la transformación digital del grupo. Me atrajo el reto, aprendí mucho, pero no estaba alineado con mis valores y me marché.
Vuelvo a estudiar, un programa de Digital Business y colaboro con 3 startups. Retomo la docencia y empiezo a dar clases en la Universidad, y resulta que me apasiona.
Me hablan de un proyecto de montar el HQ de American Express en España, antes de que se produzca el Brexit. Vuelvo al mundo fin-tech, cultura anglosajona, sector banca y servicios financieros que no había tocado, equipo directivo de gente buena.
33 nacionalidades, generando empleo en España, lidiando con el impacto de la pandemia y trabajando en equipo remotamente 14 meses y sin planes de regresar hasta casi el 2022. Cada día es un tíovivo.
A ti te va la marcha…
Vengo de familia marchosa, fundamentalmente femenina, hermanas emprendedoras, madre vasca que rompió moldes en su día, tía Karen Dinesen que dejó su legado en Kenia, buen ejemplo y apoyo de padres para tomar riesgos… ¡solo se vive una vez!
Con tanto viaje, tanto cambio y tantas experiencias, ¿qué llevabas siempre contigo en tus maletas?
Un rosario, muchas fotos, 2 móviles, mi pc, varios gadgets, ropa de deporte, vitaminas y lectura.
¿Qué sientes que has tenido que ir dejando?
Momentos familiares, celebraciones con amigos, despedidas de gente querida…
Tus mejores recuerdos
Cualquiera con mis hijas, jugar al golf con mi padre, el apoyo de personas especiales.
Un proyecto por cumplir
Un año sabático para continuar mi voluntariado.
Una aventura por vivir
Ummm… que difícil elegir…. Regresar a Japón o la India con mi familia para compartir mis vivencias.
Un libro por escribir
15 mudanzas sin morir en el intento. Marie Kondo, una aprendiz.
Un lugar para sentir
La parroquia de San Lorenzo, las playas de Cádiz, el ski en Bariloche, Kolkatta.
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