Mucho ruido y pocas nueces. Cuando la comunicación aumenta la incertidumbre
Lo que vivimos en las empresas no suele ser muy diferente a lo que se vive a nivel social, dada la interacción que existe a todos los niveles en estos dos universos.
Porque hay quien puede olvidar que, además de trabajadores, empleados y directivos, también somos ciudadanos y, por encima de todo, personas.
Cuando asistimos al caos informativo generado por los emisores de todo tipo y amplificado por los medios de comunicación, nos da una idea de cómo la comunicación está contribuyendo a generar desconfianza y desconcierto en la sociedad.
Es como si todos los actores hubiesen olvidado las normas de la buena comunicación para mandar mensajes a diestro y siniestro, ocupar espacios hoy para dejarlos libres mañana, improvisando en función de las preguntas dando respuestas y promesas con un alto nivel de improvisación que no se sostienen ni algunas horas.
Afortunadamente en las empresas, el liderazgo no está tan compartido ni tan difuso, y el compromiso está basado en compartir intereses comunes y en el bien común de todas las personas que las integran.
La mejor comunicación, la más eficaz, es la que ayuda a generar confianza desde la veracidad y la transparencia, porque solo así se puede combatir el ruido y potenciar el compromiso, ya que por norma general se tiende a remar en la misma dirección.
Por esa misma razón, muchos de nuestros líderes actuales deberían pararse a pensar que su empresa es la más importante de todas, porque incluye a todos los ciudadanos del estado, y deberían plantearse si la comunicación que practican observa las mejores prácticas.