La mejor comunicación interna, la más eficaz, rentable y valorada…
…es, en muchos casos, tan simple como tener y/o buscar tiempo para hablar y tomarnos un café.
En el mundo de la empresa, tenemos tendencia a hacer las cosas y los procesos más complicados de lo que deberíamos, delegando en otros departamentos, en otras personas, tareas que un directivo o un responsable de equipo no debería hacerlo nunca.
Esperamos que la comunicación interna informe, integre, motive y genere el compromiso de las personas, pero no es tan simple como disponer de medios y herramientas para hacerla llegar a las personas y, si así fuese, estaría totalmente estandarizada y procesada en el sentido tecnológico de la palabra.
Algunas empresas y organizaciones dedican grandes medios a la comunicación interna que, visto desde fuera, puede darnos la impresión de que realmente es un asunto prioritario y que juega un papel importante respondiendo a una finalidad bien determinada, pero yendo más al detalle observamos que lo que suele ocultar es un gran desfase en la realidad.
Se dispone de canales y herramientas potentes como revistas internas, newsletters, reuniones de comunicación por áreas y departamentos, jornadas de puertas abiertas… Pero nos olvidamos en muchos casos de lo más esencial: de hablar y tratar de conocer a las personas con las que trabajamos, de sus expectativas, de sus estados de ánimo, de sus inquietudes personales y/o familiares…
Porque, si bien las empresas son grandes y complejas organizaciones, en una comunicación interna más agile, las áreas y departamentos deberían copiar el modelo de PYMES, en las que el directivo está muy cerca de las personas de su equipo, incluso llega a conocerlas por su nombre. Sabe cuándo y cómo se incorporó a la empresa, conoce su situación laboral y familiar, sus fortalezas y debilidades, y en el fragor de las batallas que se presentan, es un compañero además de un dirigente.
En una empresa como la nuestra, Ulises Comunicación, la mejor comunicación interna que tenemos es el café que nos tomamos por la mañana, en el que podemos disfrutar del reconocimiento de un cliente por un proyecto bien finalizado, del nerviosismo por el que tenemos en curso y que tenemos que presentar a la vuelta de la esquina, de las risas que nos provocan las mil y una anécdotas que nos vamos contando, y de los sentimientos compartidos, los buenos y los que no lo son porque, al fin y al cabo, todos nos conocemos, nos valoramos y nos aceptamos como somos.
Aunque también tenemos otros canales, sin ese café de la mañana, pienso que nos faltaría lo esencial. Porque lo tomamos juntos, con diferentes tipos de leche, desnatada, con o sin lactosa, de soja y hasta alguna persona toma chocolate.
Así gestionamos también la diversidad…