A VECES UNA NOTICIA PUEDE OCULTARNOS OTRA
Este es el caso de una noticia sobre la que caí por casualidad en el canal Univisión y que trataba sobre Jason Arday, una persona que fue diagnosticada con un retraso global de desarrollo y autismo, por lo que no profirió palabra hasta los 11 años. Todo indicaba que quedaría excluido del sistema educativo y social.
Y nada más lejos de la realidad, ya que hoy es catedrático en la reconocida Universidad de Cambridge.
Esta noticia me llamó la atención porque se inscribe en esos hechos extraordinarios que suceden y que nos muestran la capacidad de superación de las personas, que partiendo de las condiciones más adversas son capaces de alcanzar metas que a muchas personas de nuestro entorno nos parecerían insuperables.
Después de aprender a leer y escribir hasta los 18 años, empezó a trabajar como profesor de educación física y en ese primer encuentro con el mundo profesional descubrió las enormes desigualdades debidas al origen o condición social de las personas.
A los 27 años escribió en una pared de su domicilio “Algún día trabajaré en Cambridge” para enmarcar su propósito y fijar esa meta difícilmente alcanzable incluso en condiciones más favorables que las suyas.
Y lo consiguió. Se inscribió en la Universidad y gracias al apoyo de su profesor Sandro Sandi y su tesón, pudo graduarse de dos másteres y un doctorado en estudios educativos. Posteriormente, trabajó en la Universidad de Glasgow, en la de Durham y fue profesor adjunto en la Universidad Nelson Mandela.
Hoy alcanzó la meta que se había fijado y que años antes dejó escrita en aquella pared de su casa siendo el profesor negro más joven en la Universidad de Cambridge. Y esto es precisamente lo que la primera noticia nos ocultaba.
¿Es más difícil llegar a ser catedrático en Cambridge partiendo de ser autista y con un retraso escolar importante, o hacerlo siendo negro? Ahí lo dejo.
A continuación os dejamos un vídeo en el que Jason Arday habla acerca de su trayectoria: