EL GRAN RETO QUE NOS ESPERA: DESCONEXIÓN DIGITAL Y ESTIVAL

Desconexión digital

EL GRAN RETO QUE NOS ESPERA: DESCONEXIÓN DIGITAL Y ESTIVAL

Ya hemos oído hablar sobre la famosa desconexión digital, se han escrito interesantes artículos e incluso se han establecido normas y procesos y, a pesar de todo, en algunos casos nos sigue sonando a leyenda urbana, algo que todo el mundo conoce pero que nadie vio. Lo típico, se lo contó un amigo que había escuchado que en muchas empresas existía (lo cual es cierto) pero que en pocas personas llevan a la práctica. 

Porque la desconexión digital depende, principalmente, de las personas, seres que cada vez invertimos más tiempo conectados a todo lo que nos rodea e interesa. 

Es cierto que la pandemia, el teletrabajo y la conciliación no facilitan el establecimiento de unos horarios fijos, y nos vamos conectando en función de disponibilidades, tratando de cumplir con nuestro trabajo y nuestros compromisos.

A esta, ya compleja, desconexión digital se añade la del período estival, en el que la desconexión, en este caso, es cerebral porque se trata de dejar a un lado todo lo que concierne el mundo laboral y esto, aunque sería lo deseable y es lo que todos estamos esperando, con frecuencia no se alcanza, al menos en su totalidad.

Para conseguirlo plenamente, tendríamos que dejar en casa el o los smartphones y así, estar perfectamente desconectados laboral y socialmente, ya que las redes sociales (LinkedIn, Facebook…) pueden volver a sumergirnos en ese entorno, con la mejor de las intenciones.

Pero, ¿conoces a alguien capaz de asumir el gran reto del aislamiento digital total? Nosotros, personalmente, no. Puede que sea por la necesidad de estar conectado al mundo laboral, por el nivel de responsabilidad y/o de compromiso que, en muchos casos, se asume más allá de lo que se nos exige y también, por qué no decirlo, por el “enganche” que tenemos a esa extensión física de nuestro cuerpo, el smartphone, que ya forma parte de nuestro sistema neuronal por todo lo bueno y menos bueno que nos aporta.

¿Quién no está deseando que lleguen las vacaciones y cogerse unos días libres para descansar? Lo cierto es que, a pesar de ello, el 53% de las personas, según “What Workers Want 2020”, no consiguen romper con el trabajo durante el período estival.

La accesibilidad que nos facilita la tecnología no ayuda a desconectar, pero el principal problema somos nosotros mismos. En muchas ocasiones, esta dependencia del trabajo produce un estrés que puede llegar a convertirse en crónico. Con la llegada del teletrabajo, el porcentaje de españoles que lo sufre ha aumentado hasta el 75%, según una encuesta realizada por Cigna.

El tiempo establecido para ser capaces de desconectar del trabajo es mínimo de dos semanas, siendo necesario aumentar este período en casos en los que se sufre estrés. Separarse del entorno laboral favorece el desbloqueo mental, la posibilidad de cargar pilas y volver con energía totalmente renovada. A pesar de ello, no se trata solo de liberarse de la carga de trabajo, sino de disfrutar. En ocasiones, no hacer planes diferentes durante nuestra etapa vacacional y seguir con las rutinas de vida cotidiana, únicamente trasladándonos de lugar, contribuye a la no desconexión.

Lo cierto es que actualmente vivimos rodeados de estímulos que nos obligan a estar pendientes constantemente de nuestros dispositivos digitales pero que nos separan de los pequeños detalles, de la cotidianidad o de los placeres que nos rodean y pasamos por alto. 

La doble desconexión es un verdadero reto prácticamente imposible de conseguir pero, en época vacacional, existen algunas recomendaciones que podemos seguir:

Reduce el uso de dispositivos móviles. Ser capaz de dejar nuestro Smartphone de lado, consiguiendo así limitar su uso a búsquedas en internet, utilización como GPS o similar, sin la necesidad de mirarlo constantemente es uno de los principales fines de la desconexión. 

– Establece un tiempo de conexión a redes sociales inferior a la media, menor a 2 horas diarias, por ejemplo.

– Deja de organizar cosas, pero si te apetece hacerlo, hazlo. Una única condición: invierte esa planificación en planes de ocio o actividades que disfrutes practicando. 

– Rompe con todos los horarios habituales. El reloj marca nuestras vidas normalmente, pero en vacaciones es recomendable bajar el ritmo. Comer a deshoras si te apetece, trasnochar o incluso dormir y vaguear más de la cuenta. Es tu tiempo libre y tú decides cómo gestionarlo.

Disfruta de tus familiares y amigos. La vida social es una de las más afectadas por la rutina laboral así que las vacaciones son un buen momento para recuperar el tiempo perdido. 

Vuelve a la rutina un día antes de incorporarte al trabajo para evitar lo que conocemos como depresión postvacacional.

En resumen, a estas alturas de la película, en lugar de flagelarnos o marcarnos objetivos imposibles, lo más razonable sería establecer una serie de conexiones placenteras, como disfrutar de la familia y de los amigos, de las actividades deportivas y recreativas o descansar, porque solo a medida que estas vayan ocupando más terreno, menor será el tiempo que se le dedique al resto de conexiones.